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Tras una larga lucha, una joven pudo cambiar su apellido por el de su papá del corazón

Desde que tiene uso de razón, Marlene considera que su papá es Carlos Galarce, la pareja de su mamá. Pero en su partida de nacimiento, al igual que en su documento, llevaba el apellido del padre biológico -con quien no tiene vínculo- y no se sentía identificada.

A los diez años planteó que quería cambiárselo y hoy con 28, después de una extensa lucha, lo logró: “Que me llamen Galarce es un sueño cumplido, es fantástico”.

En el medio, vivió un proceso largo y cansador. La joven rionegrina recurrió a más de seis estudios jurídicos para iniciar el cambio y le decían que era “imposible”. “Me había dado por vencida. Siempre contarle mi historia desde cero a desconocidos para que me dijeran ‘no podemos hacer nada’. Hasta que se dio y hoy siento que me saqué una mochila de 200 kilos de encima”, expresó.

Para ella, afrontar todo el proceso fue duro. “Cada vez que me decían que no se podía, volvía llorando. La última vez que había intentado fue a los 23 porque estaba cansada”, contó.

Aunque todos la conocían como Marlene Galarce, en los documentos figuraba como Parra y se sentía frustrada: “Cuando vas a votar o en trámites te llaman por el apellido, cuando firmas y ponés la aclaración veían que ponía otro apellido y era agotador tener que andar explicando el por qué”.

Marlene junto a su padre Carlos. (Foto: gentileza Marlene Galarce)
Marlene junto a su padre Carlos

Marlene sabe quién es su papá biológico porque vive cerca de su casa, en Allen. Nunca establecieron un lazo afectivo y ella lo siente como un “desconocido”.

“Era chica cuando me contaron la verdad. La realidad es que no quería entablar una relación con él porque veía su desinterés para conmigo, el hecho de vivir tan cerca y no venir a buscarme. Igualmente no le tengo rencor, las cosas se dieron por algo”, aclaró.

Cuando se enteró de que quería tramitar el cambio de apellido, Carlos le dijo a Marlene: “Yo no necesito un papel. El amor que te tengo nunca va a cambiar”. Sin embargo, era algo que necesitaba hacer. “No me sentía identificada con el apellido, tenía que hacerlo. Entonces me abrazó y me dijo que si era lo que yo quería, que le dé para adelante”, recordó.

A principios del 2021 llegó a un estudio de abogadas que en la primera consulta le dijeron que había posibilidades de iniciar el trámite. Pero tenía miedo de ilusionarse otra vez para nada, así que decidió guardar el secreto hasta tener novedades certeras.

Carlos, pareja de la mamá de Marlene, la crio desde que era bebé. (Foto: gentileza Marlene Galarce)
Carlos, pareja de la mamá de Marlene, la crio desde que era bebé

“A los días, me citaron y me dijeron que iban a hacer la demanda. Yo saltaba en una pata y le conté a mi mamá primero; después fui a decirle a papá y su carita se llenó de lágrimas”, señaló y remarcó que siempre estuvo acompañada de su familia.

En ese sentido, dijo: “Cada pasito que avanzaba, era un paso más cerca del objetivo y lo festejábamos. Cuando me llamaron para avisarme que teníamos la audiencia, no podía creerlo”.

Finalmente, un año y tres meses iniciada la demanda llegó lo que tanto deseaba: la Justicia falló a favor de la adopción integrativa con carácter de plena y ahora, tanto en los papeles como en el sentimiento, es una Galarce más. “La primera noche no podía dormir, no caía. Ahora puedo hablar sin llorar. Me siento completa, tengo todo”, manifestó y decidió postear en sus redes sociales su historia.

El posteo que hizo luego del fallo. (Foto: Captura Facebook/ Marle Galarce)
El posteo que hizo luego del fallo. (Foto: Captura Facebook/ Marle Galarce)

“Me llegaron un montón de mensajes de personas que se sintieron representados con lo que viví. Tengo la posibilidad de ayudar a otras personas que pasan por lo mismo, de guiarlos. Sé que les da esperanza y eso me pone contenta”, cerró Marlene emocionada.

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