La CGT empezará a definir hoy una movilización que promete será multitudinaria durante la primera quincena de agosto para protestar contra la escalada inflacionaria pero sin poner la mira en un sector político o empresarial en particular y sólo con un llamamiento genérico a poner un freno a los formadores de precios. Será un intento por descomprimir la presión de los trabajadores sindicalizados frente a la pérdida constante en el poder adquisitivo de los salarios y en la que prevén contar con la adhesión de los movimientos sociales afines al Frente de Todos.
Para evitar especulaciones y potenciales víctimas la manifestación está planeada como “marcha y proclama” en las inmediaciones de las avenidas de Mayo y 9 de Julio. Deliberadamente los gremialistas resolvieron que no irán ni a la Plaza de Mayo ni al Congreso nacional, adonde temen eventuales desbordes de propios o ajenos. La charla decisiva será esta tarde por parte de la “mesa chica” de la central obrera con integrantes de todos sus sectores internos, en la sede del gremio estatal UPCN.
El armado de la movilización correrá por cuerda separada de las protesta que organizan para la semana que viene los movimientos sociales, tanto los que se reconocen oficialistas como los de la Unidad Piquetera, bajo el ala de partidos de izquierda. Como había adelantado la semana pasada este diario, la decisión de postergar para el mes que viene la acción callejera buscaron precisamente desacoplarla de otras manifestaciones que sí tendrán como objetivo de los reclamos el Gobierno nacional.
En la cima de la CGT explicaron el intento equilibrista: se trata de exponer el malestar de los trabajadores por la inflación sin cargar las tintas contra la administración de Alberto Fernández, de la que la mayoría del sindicalismo peronista todavía se reconoce parte, y con un llamado a la responsabilidad de la clase política y empresarial. En ese sentido se elaborará un documento que dejará asentado que la oposición no es ajena al proceso de deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores y que por lo tanto debería asumir un rol propositivo.
Dramatismo
Para los gremialistas las soluciones no provendrán de shocks devaluatorios ni con subas de tarifas generalizadas. También habrá un señalamiento hacia los medios de comunicación que la CGT identifica como afines a Juntos por el Cambio por entender que sólo suman dramatismo a una coyuntura política y económica de por sí delicada.
La idea de mostrar una faceta constructiva de la central sindical deriva además de la conformidad de sus principales dirigentes con el rumbo expresado en sus primeras apariciones por la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis. Para la CGT fue un alivio constatar que no se promoverá desde el Ejecutivo un proyecto de ley de salario básico universal, como demandan los piqueteros oficialistas, ni aumentos generalizados por decreto, como sostenían semanas atrás desde el kirchnerismo con un argumento que machacaba contra Martín Guzmán.
Por el contrario, los “gordos” de los grandes sindicatos de servicios y los “independientes” de diálogo constante con todos los gobiernos valoraron la conformidad de Batakis respecto del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las premisas de disciplina fiscal. De hecho, en UPCN admitieron, a diferencia de otras agrupaciones estatales como ATE, que contó con su guiño favorable la decisión de la funcionaria de congelar la nómina de ingresos al sector público.