Sonia Livingstone (62 años), profesora de la London School of Economics, escribió 20 libros y cientos de artículos científicos en las últimas dos décadas sobre menores y digitalización. Muchos científicos sociales y agentes políticos la consideran la mayor experta del mundo en diferentes áreas de este ámbito. Su índice de artículos citados por otros es estratosférico. “Leer lo que ha publicado, solo títulos, puede llevar una hora. Y ella no encarga nada a becarios, ella hace todo”, dice una colaboradora suya.
Asesora al gobierno británico, a la Comisión y el Parlamento europeos y a Naciones Unidas en seguridad en internet y derechos en entornos digitales para menores. Su voz en estos asuntos casi inabarcables navega entre las certezas que fueron dando estudios recientes con la ambigüedad de un sector donde la evidencia escasea y se da poca voz a los menores.
-¿Hay alguna evidencia de que la educación digital de los niños vaya a convertirles en adultos diferentes a nosotros?
-Hay cada vez más pruebas de que empeora la salud mental.
-¿En adolescentes?
-Pensamos que es peor, pero quizá solo es que ahora es más visible y se habla más de eso. Los chicos lo mencionan más. Los niños nunca solían tener problemas de salud mental, solo “estaban enfadados”. Pero ahora algunos tienen problemas de salud mental. Aunque no hay gran evidencia. Tampoco hay evidencia de que su capacidad de atención sea menor o que sus cerebros funcionen de manera diferente. De hecho, cuando hablo con jóvenes creo que son fabulosos, esperanzados, reflexivos. Y aprenden. Saben bien dónde están sus dificultades y qué necesitan, pero también son firmes.
-El miedo de los padres con la tecnología es abrumador. ¿Por qué?
–Siempre nos han dado miedo la tecnología y el cambio.
-Pero en los 80 éramos optimistas con los ordenadores.
-Lo éramos. Había esa vieja conversación sobre tecnologías impuestas y electivas. La televisión se nos imponía y en cambio los ordenadores se escogían. La gente pensaba que en el ordenador podías encontrar amigos, contenido, información. Ahora convirtieron internet en una tecnología impuesta. La época de las mil opciones desapareció. Ahora se nos empuja hacia un contenido genérico, a veces dañino.
-Tampoco dejamos de usarla.
-¿Podríamos imaginar un mundo sin tecnología? ¿Realmente queremos volver 30 años atrás? Diría que la mayoría, no. Nos encanta buscar en Google, encontrar a otras personas, una afición particular o ahondar en nuestra identidad. Nos encanta tener un millón de opciones de streaming. Recuerdo cuando solo había cuatro canales en la televisión. Era aburrido. Hay por tanto mucho que nos encanta. Lo que pasa es que no supimos ver que todos nuestros pensamientos, movimientos y sentimientos iban a ser recopilados, agregados, monetizados y, a veces, convertidos en armas contra nosotros. Es esta increíble extracción de beneficios detrás de la pantalla lo que ha transformado su potencial.
-¿Pero esto cambia su valor para los niños? Cuando hablamos de niños todo parece malo.
-Hay muchas cosas buenas. Pero para los niños debemos dar un paso atrás y pensar en el equilibrio para sus vidas. Nos centramos demasiado en la pantalla. Hay muchas otras cosas: los niños tienen malas perspectivas, hay mucha desigualdad, un futuro realmente incierto. Nos centramos en las pantallas porque creemos que podemos controlarlas: ¿cuántas horas están o qué eligen? Parecen la parte controlable de nuestras vidas porque todo lo demás está realmente fuera de control.
-Ha escrito que empezar a usar internet ofrece “oportunidades y riesgos” a los niños. ¿Qué diría a los padres que retrasan todo lo que pueden las pantallas? ¿Retrasan también oportunidades?
-Algunos sí. Hay muchos padres que de verdad no saben cómo ofrecer a sus hijos buenas oportunidades de aprendizaje y creatividad. Internet y la tecnología están llenas si sabes dónde buscar. Hay muchos padres cuyos trabajos no les permiten jugar con sus hijos. En un mundo ideal, diría que es mejor dejar que los niños jueguen en la calle. Pero la realidad es que no dejamos que nuestros hijos jueguen en la calle, y nos preocupamos por quiénes son sus amigos. Como padres, estamos preocupados en internet y en la vida real.
-En un artículo compara un videojuego como Minecraft con juegos en la calle. ¿Son comparables?
-En ciertas dimensiones, pero no en todas. No es ejercicio físico. Aunque, por ejemplo, si mejora la realidad aumentada, quizá también podría serlo. Pokémon Go fue un gran éxito. Estaba completamente monetizado, pero podría haber sido algo que no lo estaba. Hay puntos de comparación. ¿Y si no comparamos la actividad física, sino la imaginación? ¿Pueden los niños ser tan imaginativos en Minecraft como en un jardín? Tal vez.
-Ha escrito que “el consenso de los expertos ha pasado de contar el tiempo de pantalla a evaluar el contenido, contexto y conexiones que trae el tiempo de pantalla”. ¿Qué es ese “buen tiempo de pantalla”?
-Pregunte a los niños.
-Igual dicen que es mirar YouTube.
-Entonces podrías decirles: “¿Qué escoges en YouTube? ¿Qué es mejor? ¿Qué te hace sentir bien después de haberlo visto? ¿Qué te lleva a tener ideas imaginativas o a sentirte más en paz?” Hay muchas cosas que les preguntamos a los niños sobre sus amistades o sus juegos al aire libre. Hacemos mejores preguntas. Pero cuando pensamos en la pantalla, solo decimos: “¿Cuánto tiempo has estado en ella?” Eso es todo lo que pedimos. Es como si nuestra capacidad de involucrarnos con los niños de manera reflexiva desapareciera.
-¿Por qué es tan difícil tener evidencia sobre pantallas y niños?
-Hay varias razones. Uno, no tenemos definiciones acordadas sobre lo que son las tecnologías digitales o lo que ofrecen. No hay una forma acordada de describir lo que está en la pantalla y en qué categoría incluir el contenido digital. Teníamos eso establecido para la televisión, pero no ahora. Dos, hay problemas éticos reales. No podemos hacer experimentos con niños que puedan dañarlos. Tres, muchos de los resultados que nos interesan tardan años en mostrarse. Cuatro, es un área con fondos insuficientes. Mucha gente tiene prisa para presentar una nueva política antes de haber financiado la investigación. El gobierno siempre me pregunta: ¿dónde está la investigación? Y yo pienso: no has financiado ninguna investigación sobre esto y ya quieres los resultados.
-Ha dicho que los investigadores saben que los padres son más eficaces si priorizan el respeto a las prohibiciones.
-Nada de esto es fácil. En parte porque siempre nos dicen cuántas horas, cuánto tiempo. Eso es centrarse en las cosas malas. Pero si hablara del bullying en la escuela, cómo promueve las desigualdades y cómo los niños nunca aprenden nada porque odian a sus profesores, entonces nunca mandarías a tus hijos a la escuela. Así que podemos centrarnos en los problemas o podemos descubrir dónde están los aspectos positivos y guiar a los niños hacia eso. Aunque también hay que regular a las grandes tecnológicas.
-Sobre las grandes tecnológicas, escribe: “La innovación tecnológica es rápida, compleja, opaca y en gran medida no responde a las preocupaciones de los padres”.
-Promueven por ejemplo contenido de anorexia, perturbador, violento. No hablamos de esto sobre los niños. En realidad no tenemos un debate público sobre qué hace que nuestra comida sea saludable o qué hace que nuestra agua esté limpia. Son debates de expertos. Pero en Europa ahora se está aprobando la Ley de Servicios Digitales y de Mercados Digitales. La regulación está llegando. No se presta suficiente atención a los niños y sus derechos porque siempre son secundarios respecto a los consumidores que cotizan con dinero real. Pero Europa está dando pasos en regulación.
-Los padres que tratan de hacer bien tienen dos consejos. Primero, ser claros con los valores.
-Mucha gente siente que sus valores pasan a un segundo plano frente a la presión de los amigos. Creen que lo más importante es que su hijo haga lo que hacen los demás. Pero lo que veo en realidad como investigadora es que todos hacen algo diferente en casa.
-¿Son más importantes los padres o la presión de los amigos?
-La mayor influencia para sus vidas es lo que hacen los padres y lo que les proporcionan. La presión de amigos importa, pero nunca tanto.
-El segundo consejo es compartir placeres digitales y negociar, no imponer.
-Se podría animar a los padres a compartir más y encontrar algo que puedan hacer juntos. La pandemia ha sido interesante porque los niños han visto a sus padres trabajar y los padres han visto a sus hijos hacer sus tareas escolares. Es un momento interesante para quedarse con algo de eso, porque de lo contrario todo está aislado: este soy yo en el trabajo y sé mucho sobre tecnología y este soy yo en casa y siento que no puedo controlarlo.
-Cuando dice que hay que parar de asustar a los padres, ¿a quién se refiere?
-A los medios. Esos titulares. “Hay un pedófilo en la habitación de tu hijo”. “Las estadísticas de suicidio están subiendo”. “Las redes sociales están fuera de control”.
-¿Pero igual vienen de algún artículo académico poco fiable?
–Sí, puede haber algún estudio extraño, pero hay muchos otros estudios que probablemente sean aburridos y equilibrados. Los padres siempre gravitan hacia el peor riesgo, lo peor que podría pasar.
-¿El peligro de los extraños?
-Sí, aunque sea muy raro. Me preocupa mucho más que mi hija vea que todo el mundo es delgado y hermoso que el asalto de un pedófilo. Aunque, por supuesto, suceda. Los padres se enfrentan a una gama tan amplia de riesgos. Es demasiado.
-¿Qué quiere decir “juego libre” en la era digital?
-Todos creemos en el juego de los niños, pero el juego es hoy algo que los adultos dirigen. Solo dejamos jugar si hay un propósito educativo. Estamos limitando los espacios en que los niños deciden por sí mismos a qué quieren jugar. Sabemos qué es el juego libre cuando vemos a los niños corriendo hacia un espacio verde o la playa. Pero luego construimos nuestros parques llenos de herramientas y reglas, o escuelas repletas y con cada vez menos tiempo para jugar. Y tenemos todo tipo de reglas sobre cómo pueden usar pantallas y juegos digitales. Todo son reglas. Reducimos el espacio para la libre elección y gamificamos lo que queremos que hagan los niños. Si no hay propósito educativo, creemos que pierden el tiempo.
-Los hijos de esta generación jugarán con realidad aumentada o virtual en 20 años. Nosotros fuimos los últimos sin internet, pero ellos serán los últimos sin realidades aumentadas.
-Es probable. Nadie quiere ir para atrás de verdad. Quizá sí tomarte un sábado por la tarde sin pantallas, pero poco más. Solo necesitamos que esté todo más diseñado para los intereses de los jóvenes y con un mejor equilibrio con el resto de cosas que suceden en el mundo.
-En un artículo científico reciente vincula alfabetización digital con resiliencia. ¿Cómo?
-Es como ir en bicicleta. Si eres bueno montando en bicicleta, podrás ir a la escuela o al traficante de drogas local. Igual ocurre con la alfabetización: a medida que obtienen una comprensión más crítica, también se enfrentan a más riesgos. Pero también se vuelven más resistentes. Así que dicen que no al traficante de drogas. Así que es bueno. Pero como pueden hacer más y enfrentarse a más riesgos, los padres se asustan: los niños han estado en Reddit o han visto violencia en internet. Eso es terrible. Pero a la vez tienen resiliencia que se desarrolla a través de cierta adversidad. Si envolvemos a nuestros hijos en algodón digital, no aprenderán a sobrellevar los problemas. Eso significa que deben comprender el tipo de espacios en los que se encuentran, cómo funcionan y por qué reciben toda esta información negativa o por qué de repente se encuentran en una página extremista.
-Limitar la exposición digital no parece una solución.
-No es una solución, pero es importante el nivel de resiliencia: a los 16 años puedes ver cosas y descubrir cómo sobrellevarlas. Pero es posible que un niño de 9 años no lo soporte igual. Hay que tener en cuenta la edad.
-Por eso el debate sobre la edad del primer móvil es complicado.
-Sí, es loco porque es volver a centrarse en el dispositivo y olvidarse del contenido y la edad con la que se ve esto o aquello o se tienen ciertos contactos.
-Depende de lo que se haga con él.
-Depende de lo que veas y a quién contactes. El dispositivo no es el tema, sino lo que es apropiado para su edad. A los niños les damos libros ilustrados cuando son pequeños y fáciles de leer cuando son más mayores. Pues igual.