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La estrategia de Alberto Fernández ante la inflación y la protesta social

Con la excepción del cumpleaños de Fabiola Yáñez que festejó en la intimidad de la residencia de Olivos, el de ayer fue un día cargado de malas noticias para Alberto Fernández. Acechado por las protestas callejeras que se vuelven habituales, los reclamos gremiales y el dato del 5,3% de la inflación de junio, el Presidente se recluyó en la soledad de la quinta presidencial. El Gobierno quedó semiparalizado. 

Un marcado signo de preocupación se percibió ayer en la Casa Rosada, que estuvo todo el día rodeada de manifestantes de sectores de izquierda y piqueteros alineados al propio Gobierno. Estos amenazaron con acampar en Plaza de Mayo, aunque al final de la tarde levantaron la protesta con la promesa oficial que serán oídos sus reclamos de aumento en los planes y el acceso a Salario Básico Universal.

Ajeno a toda esa masiva marcha piquetera, Alberto Fernández optó por no ir a la Casa Rosada. Temprano, recorrió la planta automotriz de Honda Argentina en Campana, donde anunció que la empresa se encuentra «en un proceso de recuperación produciendo más, llegando a las 1.200.000 motos, con 600 personas trabajando en y para Honda». 

El Presidente no ofreció ninguna mención a los reclamos piqueteros y mucho menos a los planteos de la CGT, que fijó para el 17 de agosto una movilización en reclamo a salarios por encima de la inflación.

Para eludir a los manifestantes y no mostrarse en la Casa Rosada, Alberto Fernández se recluyó en la residencia de Olivos después de la visita a Honda en Campana. A la vez, suspendió un acto que tenía en los salones del Gobierno con la ministra de Salud, Carla Vizzotti, para anunciar la promulgación de la ley de VIH.

La mejor excusa que encontraron en el Gobierno para justificar el faltazo de Alberto Fernández en la Casa Rosada en un día tan problemático fue de índole familiar: el cumpleaños de Fabiola Yañez que festejó en Olivos y con muy poca presencia de gente, teniendo en cuenta el antecedente de aquella polémica fiesta de la primera dama en medio del encierro decretado por la pandemia.

Las reacciones y planes que contempla el Gobierno en el corto plazo ante problemas puntuales podrían sinterizarse en una serie de escenarios.

DATOS DE LA INFLACION 

Desde Olivos, el Presidente siguió de cerca y con mucha preocupación los datos de la inflación que difundió el INDEC y que aumentó del 5,1% en mayo al 5,3% en junio. En los primeros seis meses del año acumuló una variación de 36,2%.

Ante ello, el Gobierno ensayó una respuesta que va en línea con el clima de la reunión que antenoche mantuvo Alberto Fernández con Cristina Kirchner y Sergio Massa en Olivos: «Es la muestra del fracaso de las políticas de Martín Guzmán», dijeron en coincidencia al menos dos funcionarios. 

Es decir, la línea argumental de Cristina Kirchner está sustentada ahora por Alberto Fernández. En la práctica todo esto recargará las expectativas muy elevadas que hay en el Gobierno sobre las medidas fiscalistas implementadas por Batakis

En la Casa Rosada confían en que la ministra de Economía lanzará nuevas medidas en lo inmediato relacionadas a un un mayor control de precios y un seguimiento de toda la cadena productiva. No hay muchas más recetas a la vista en el Gobierno ante el dilema argentino de la inflación.

PIQUETEROS Y PLANES SOCIALES

El reclamo de la entrega de un bono de $ 20.000 para trabajadores precarizados y la ampliación de los planes sociales sumado al pedido por el Salario Básico Universal, realizado por el frente de la Unidad Piquetera, también recayó sobre las espaldas de la ministra de Economía.

Desde el ministerio de Desarrollo Social, allegados al ministro Juan Zabaleta explicaron a que «la respuesta a los planteos de los movimientos debe darse en función de la economía y el presupuesto. Y eso está en manos exclusivas de Batakis».

En esa misma línea se manifestó el ministro de medio Ambiente y ulktrakirchnerista de la primera hora, Juan Cabandié, quien ayer presentó el Plan de Inversiones ante los incendios forestales y al término de ese acto en la Casa Rosada dijo tajante: «El reclamo del salario básico Universal lo debe definir pura y exclusivamente la ministra de Economía». Una parte del Gobierno delegó así en Batakis este otro frente de conflicto.

Los piqueteros esperaban anoche sin éxito que los recibiera Batakis. Fuentes confiables del Ministerio de Economía dijeron que «se abrieron canales de negociación». Aunque no dieron detalles si ello incluirá la aceptación de imponer el Salario Básico Universal o aumento de planes, algo poco probable en este contexto de austeridad. Sólo se limitaron a expresar que «ya se recibió el reclamo y se coordina con Desarrollo Social la continuidad del conflicto».

Sin embargo, los funcionarios de Zabaleta sostienen que Desarrollo Social sólo podrá financiar comedores escolares o las herramientas para los trabajadores de cooperativas, pero nada de ampliación de planes y mucho menos de avanzar en el Salario Básico Universal.

Al Presidente no le sirvió mucho el encuentro de anteayer en la Casa Rosada con más de siete líderes piqueteros de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). La intención era escucharlos y ver si podía convencerlos de no ir a la Plaza de Mayo. Pero estos ayer confluyeron en las protestas con las agrupaciones de izquierda y nadie sabe cómo terminará esa sociedad. Alberto Fernández sólo cuenta hoy con el control pleno del Movimiento Evita. Y Cristina Kirchner, con el de La Cámpora.  

EMBESTIDA GREMIAL  

Sobre la manifestación para el 17 de agosto que anunció la CGT no hay aun respuesta oficial. El Gobierno se limitó a expresar que sólo se debatirán los aumentos salariales en paritarias en «aquellos casos que empaten o pierdan ante la inflación».

La respuesta llegó del ministro de Trabajo, Claudio Moroni, quien no opinó sobre la movilización del 17 de agosto que cerraron los gremialistas Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (Uocra) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias).

El mensaje del Gobierno a los gremios aliados es simple: para reclamar no valen las movilizaciones de ninguna índole sino el diálogo y eventualmente el debate de paritarias. 

Además, hay una teoría que plantea Moroni: que la mayor parte de las paritarias cerraron en un 50%. Es decir, muy por debate de la proyección semestral de la inflación. En la Casa Rosada creen que la movilización prevista por la CGT sólo tiene relación con la crisis desatada por la inflación y no ven medidas de fuerza que puedan preocupar.

No opina lo mismo la vicepresidenta Cristina Kirchner, que anteayer se reunió en secreto con el triunvirato cegetista y no logró convencerlos de frenar la movilización del 17 de agosto o eventuales paros a futuro.    

El Gobierno no logra reaccionar y tiene sólo planes de corto plazo, frente a tamaña crisis. Ayer, al caer la tarde, Alberto Fernández se había recluido en Olivos. Lejos del ruido de los bombos en la Plaza de Mayo disfrutaba del cumpleaños de Fabiola Yañez junto al pequeño Francisco. 

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