La relación entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta no goza de buena salud hace bastante, pero el jefe de Gobierno porteño se encamina a encontrar un punto de negociación con el ex presidente para garantizar su apoyo a una futura candidatura presidencial, pero a un alto costo. La prenda de cambio sería la entrega de varios espacios en un eventual gabinete nacional, con poder político y/o económico.
Las negociaciones entre ambos bandos, cada vez más prontas a un acuerdo pero siempre plausibles de fisuras, se demoraron más de lo que muchos quisieran por la relación distante. Cada uno esperó que el otro diera el primer paso, realizara el llamado. Por eso, la mesa está compuesta por intermediarios.
Larreta prefiere por no adelantar discusiones de este calibre, al menos de forma pública. La figura elegida por el ex presidente para llevar adelante el copamiento es la de Nicolás Caputo, hombre de negocios, contratista protagónico en la CABA y de su extrema confianza.
A Macri le gustaría tener fuerte incidencia en una importante porción del gabinete de Larreta en caso de que gane las elecciones, espacios de poder político y con caja. Un loteo del gobierno que podría poner en aprietos la idea manejada por el jefe porteño, la de una distribución de coalición. En caso de llegar a un acuerdo sólido y mantenerlo en el tiempo, Mauricio le garantizaría su apoyo para intentar ganar en 2023.
En un escenario altamente polarizado, el discurso de Macri dejó a Larreta mal ubicado en el último tiempo. Frente a una posición combativa del ex presidente, el alcalde quedó dentro del universo de la tibieza. No pudo, pese a tener tiempo, ocupar el lugar de líder PRO y mucho menos de la coalición opositora. Para algunos, no tiene sentido dar esa batalla por anticipado y herir susceptibilidades.
Lo cierto es que la relación entre ambos es tirante. En la Ciudad confían en el trabajo conjunto por décadas y, por lo tanto, en una actitud más amable en caso de llegar el momento. También apuestan a que Macri se bajará de una posible candidatura, al igual que Patricia Bullrich. Las negociaciones confirmarían esa teoría. La molestia del ex presidente estuvo ligada a varios episodios pero hubo dos que se destacaron.
Por un lado, el intento de «jubilarlo» en 2020, año en el que el mandatario porteño gozó de una altísima imagen positiva, incluso a nivel nacional, por las conferencias de prensa conjuntas con Axel Kicillof y Alberto Fernández. Por otro lado, algunas declaraciones en las que se negó cualquier tipo de «condicionamiento» a la candidatura del «pelado». O sea, que Macri no lo pondría en aprietos y que le jugaría una interna. Algo similar fue lo que desató un enojo interno de Mauricio hacia Bullrich. No le gustó que ella haya planteado que él no sería candidato. Nadie le dice qué hacer.
En caso de lograr consolidar un acuerdo, que puede ser éste o modificarse en el tiempo, Larreta podría empezar a moverse con mayor tranquilidad para mostrarse no como un presidenciable sino como un presidente. Con más viajes al exterior – este año ya tiene en agenda un vuelo a China – sin descuidar lo nacional. El martes estará en la Exposición Rural, un gesto al agro después de su ausencia en el lockout de la mesa de enlace del miércoles.
Por ahora, los nombres en las provincias, o más precisamente en Buenos Aires y la CABA, no figuran como prenda de negociación. En la Ciudad, Jorge Macri se posicionó fuerte hacia adentro como el candidato para mantener el dominio PRO. Si bien Larreta todavía no se inclinó públicamente por ninguno, hacia adentro reconocen que fue el que más se movió y el que logró contentar a todos los sectores. De hecho, ya arrancó con recorridas y charlas con vecinos. En el listado, Fernán Quirós, ministro de Salud, también tiene una buena imagen pero un margen de gestión más acotado que el del intendente, bajo licencia, de Vicente López.
En Buenos Aires, Diego Santilli es el mejor posicionado dentro del PRO, potenciado por un estancamiento de Cristian Ritondo. La foto del diputado junto a María Eugenia Vidal y Macri funcionó más como un salvavidas de plomo que como un apoyo, básicamente por la imagen negativa de ambos. En ese distrito, la figura de Bullrich es mirada con atención. Con una fuerte pisada en la provincia, podría funcionar como una marcadora de cancha para el candidato de Larreta y, eventualmente, para abrir otro escenario de negociaciones. Nuevamente, la utilidad de la polarización del discurso.
Con una distancia considerable hasta el cierre de listas, y aún más hasta las elecciones, el PRO todavía no tiene lanzamientos formales, recién serán en marzo del año que viene. Y tampoco pierde la esperanza sobre posibles fórmulas cruzadas tanto a nivel nacional como en Buenos Aires. El próximo paso será la presentación del famoso «plan» de la alianza, posiblemente a fin de año. Luego, las postulaciones y el fin de las especulaciones y, más tarde, el cierre de listas que mostrará internas o consensos.