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El dato más esperado contra el Covid se confirma: es cada vez menos letal

Según el último parte semanal sobre la situación del Covid en la Ciudad de Buenos Aires, hubo 28 muertes y 5.362 casos registrados. Si se compara esas cifras con las de hace exactamente un año, arrojaban para el lapso de una semana 156 muertes y 7.608 casos.

El promedio diario de decesos a comienzos de agosto de 2021 daba 22, mientras que ahora da 482 por ciento menos. La letalidad en aquel momento del año pasado era del 2,05 por ciento y ahora, según estas cifras, sería del 0,52 por ciento.

En números concretos, hace justo un año morían 2 pacientes cada 97 infectados registrados de Covid. Hoy, la cuenta da una muerte cada 190 casos. Casi cuatro veces menos. Más precisamente, 3,94. El avance de la vacunación explica buena parte de las vidas salvadas.

Pero al analizar la curva nacional de muertes versus casos desde el comienzo de la pandemia en Argentina, se aprecia que el impacto decreciente de la letalidad es aún mayor.

En un año normal, sin Covid, había unas 340 mil muertes en Argentina. En 2020 hubo un exceso oficial de muertes del 10 por ciento y se estima que para 2021 -informe que aún no se presentó-, ese exceso sería bastante mayor: no sólo porque hubo un 57 por ciento más de muertes por Covid que el año anterior, sino porque desde el segundo semestre la circulación pública de la población tendió a normalizarse, lo que alimentó otras causas fatales.

Es probable que en 2022 el Covid ya no sea la mayor causa directa del exceso de muertes, sino indirecta: los probables decesos provocados por otras enfermedades desatendidas (debido al Covid).

En cuanto a la letalidad actual, no ya de todo el año en curso sino la más inmediata y actual, la sospecha sería que el número que arroja la última semana el parte de CABA por ejemplo (siempre arbitrario por el desfase temporal que existe entre casos y muertes) podría ser todavía menor. Esto se conecta con la segunda parte de esta nota: la que inquieta.

Dónde estamos parados

El horizonte a partir de los últimos datos disponibles no aparece demasiado claro. El último parte nacional del Ministerio de Salud informó una disminución de casos con respecto a la semana anterior: 22 por ciento menos, con algo más de 42 mil casos.

Esta baja contrasta con otro dato ya informado: el predominio de la subvariante BA.5 de Ómicron, la más contagiosa de todas hasta el descubrimiento de Centaurus, presuntamente ausente por ahora en Argentina.La cantidad de hisopados semanales ya no es informada en el parte oficial. Foto: Xinhua

La cantidad de hisopados semanales ya no es informada en el parte oficial

Entre BA.4 y BA.5 acaparaban hasta el último informe de vigilancia genómica más del 64 por ciento de los casos registrados. La experiencia de otros países indica que cuando estas subvariantes “agarraron la manija” de la pandemia, la curva experimentó un rápido crecimiento.

Los datos en Argentina parecen ir en contra de esa lógica. La pregunta es por qué:

Hipótesis 1: los casos serían, efectivamente, una ínfima parte de los verdaderos contagios, una muestra débil y poco representativa. Eso convertiría los partes en un conjunto de datos algo caprichosos, lo que impediría establecer un patrón claro.

Hipótesis 2: se habrían contagiado tantos argentinos con Ómicron desde fines de diciembre hasta hoy que esa inmunidad adquirida podría funcionar como barrera de una nueva infección. ¿Es posible que esos contagios previos con otras subvariantes de Ómicron sirvan para prevenir la transmisión?

El infectólogo Roberto Debbag ensaya una aproximación: “BA.5 está infectando como primer target a personas que tienen más de dos dosis de vacunas pero no tienen infección previa. Pero también tiene una alta tasa de reinfección”. Y aclara: “Haber tenido BA.1 o BA.2 no protege contra BA.5”.El avance de la vacunación fue clave para reducir la letalidad del Covid. Foto: Los Andes

El avance de la vacunación fue clave para reducir la letalidad del Covid

Según esto, la segunda hipótesis sería más improbable. La primera, en cambio, parece más fácil de justificar por la presunción bastante consensuada de que existe -como nunca antes en la pandemia- una cantidad imprecisa de pacientes que tienen Covid y no lo saben. Ni ellos, ni su entorno, ni los médicos que los atienden ni -en definitiva- el Sistema de Información Sanitaria Argentino (SISA).

La política de no testear, o testear menos, habilita un caudal de contagios sin registro que hace al dato oficial, comunicado en cada parte. más inverosímil. A su vez, eso inquieta por la menor capacidad de anticipar el dibujo de la curva. El primer dato firme recién llega con los pacientes que deben ser internados, una vez cursados los primeros días de la enfermedad.

Y ahí viene otro problema, a partir de otro dato que aporta Debbag: “Infectarse con BA.5, aún en los vacunados con tres dosis, significa una tasa de hospitalización 3,4 veces mayor que con BA.2. BA.5 elude fuertemente el sistema inmune. Por eso es clave la cuarta dosis. Y en Argentina hay una parálisis de la estrategia de la vacunación”.

La sospecha del subregistro de casos no escaparía incluso a la Ciudad, pese a ser uno de los distritos que más testea. Si se revisa ese mismo índice en Europa y Estados Unidos, oscila en los últimos días entre el 0,25 y el 0,39 por ciento.

La explicación del subregistro mataría “dos pájaros de un tiro”: la letalidad se acomodaría al contexto científico e internacional -más casos a misma cantidad de muertes: índice más bajo-; y, a la vez, la cantidad de contagios sería más consistente con el incremento de la circulación de BA.5.

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