Cristina Kirchner volvió al centro de la escena política y con ella la estrategia del oficialismo para mostrarla como una víctima de la justicia, el macrismo y los medios de comunicación.
No importa el costo que se tenga que pagar, como quedó demostrado con el enfrentamiento entre la militancia y la policía de la Ciudad, cuando se levantaron vallas para evitar que la vigilia permanente en torno al departamento dónde viva Cristina siga afectando a los vecinos.
Pasó lo que tenía que pasar. Ni más ni menos. Un escenario de violencia que imaginaron oficialistas y opositores, pero que nadie hizo lo necesario para evitar.
Seguramente habrá mucha tela para cortar sobre lo ocurrido el sábado por la tarde, pero lo cierto es que le sirvió al kirchnerismo para encauzar una estrategia que había volado por los aires cuando el presidenteAlberto Fernández dijo en A Dos Voces que esperaba que el fiscal Diego Luciani no se suicidara como, dijo, hizo Alberto Nisman.
Luego de conocer el pedido de 12 años de cárcel efectuado por Luciani y por su par Sergio Mola, en la causa conocida como Vialidad, el kirchnerismo y el gobierno nacional cerraron filas para defender a Cristina y presentarla como víctima, frente a las denuncias de asociación ilícita y defraudación al Estado.
Esa estrategia tenía varios efectos. Levantar la figura de Cristina, enfrentar a la oposición con un discurso unificado y correr a un costado los graves problemas económicos y sociales que sacuden al país.
Cristina no ocultó a su entornó el enojo que le había ocasionado esa declaración del Presidente, pero pronto decidieron reencauzar la estrategia en torno a la vicepresidenta.
Eso incluía una vigilia frente a su departamento de Recoleta, movilizaciones y asambleas barriales promovidas por dirigentes políticos, intendentes y gobernadores. Y también la puesta en movimiento del partido Justicialista y la CGT.
Así se apuntó a unagran marcha nacional en fecha a determinar, aunque el 17 de octubre se sigue considerando como el día ideal.
Cuando todo esto era materia de discusión en el kirchnerismo, aparece la decisión del gobierno porteño de Rodríguez Larreta, de vallar las inmediaciones del departamento de Cristina en Uruguay y Juncal, para evitar las movilizaciones a favor de Cristina.
La medida no estaba exenta de riesgos, como desgraciadamente se comprobó posteriormente.
Cristina y Máximo Kirchner avalaron inmediatamente la propuesta de impulsar una concentración en torno a las vallas y se encolumnaron todos los que se tenían que sumar, comenzando por el gobierno nacional.
Lo demás, es ahora historia conocida. La militancia se enfrentó con la Policía de la Ciudad, hubo heridos y detenidos, el operativo de vallado se deshizo en muy poco tiempo y el kirchnerismo volvió a copar la zona.
En Juntos por el Cambiocerraron filas a pesar de las diferencias internas que aparecieron cuando se conoció la instalación del vallado. Por eso asomó un comunicado cuando caía la tarde donde se respaldó el accionar de Rodríguez Larreta y se responsabilizó al kirchnerismo por la violencia.
El Jefe de Gobierno sigue atrapado entre los halcones y palomas del macrismo. Y ahora, tiene que enfrentar un complejo escenario, porque Cristina tratará de hacerse más fuerte que nunca en Recoleta.