¿Cuán propensos somos los argentinos a reproducir frases, ideas o sentimientos que promueven la deshumanización y las actitudes discriminatorias? La pregunta se reactualiza con urgencia en estos días de conmoción.
En un estudio sobre las nuevas formas de autoritarismo social, el investigador del Conicet, Ezequiel Ipar, tiene algunas respuestas. «Uno de los aspectos que más nos interesa indagar es el debilitamiento que ciertos valores y consensos democráticos experimentan en algunos grupos de la sociedad civil», plantea el doctor en Sociología y Filosofía.
Los datos más relevantes sobre el estudio
A partir de encuestas telefónicas a 3140 personas, el trabajo elaboró un “índice de discursos de odio” (DDO) a partir de las reacciones ante enunciados racistas, xenófobos y sobre minorías sexuales.
La conclusión principal fue que un 26% de los ciudadanos apoya los discursos de odio, contra un 17% que se muestran indiferentes y un 57% que dice desaprobarlos. Los índices más altos se registraron en el centro del país (31%) y los más bajos en la Patagonia (20%).
En relación al corte por edades, los millennials (entre 25 y 40 años) tienen una mayor propensión a abrazar los discursos de odio (31%) que centennials (entre 15 y 24, con el 26%) y baby boomers (56 a 74, 19%).
Los investigadores arriesgan una explicación: ese grupo está más expuesto a redes como Facebook y Twitter, un espacio de intercambio muchas veces encarnizado, con argumentaciones extremas que suelen reproducirse en lógicas de burbuja.
Potenciados por cadenas de WhatsApp y medios de comunicación, esos mensajes han contribuido a fenómenos como el Brexit, las victorias de Trump o Bolsonaro, o los tiroteos masivos en distintas partes del mundo.
El estudio también reveló que cuanto mayor es su nivel educativo, menos propensa es una persona a apoyar los DDO. Con una salvedad relevante: la tendencia es mayor entre quienes se graduaron del secundario pero no siguieron estudiando que entre quienes, por ejemplo, sólo terminaron el primario. “Estos resultados, que son parecidos a los de estudios internacionales, pueden reflejar cierto malestar entre los segmentos con peores oportunidades”, razona Ipar.
Como era de esperar, aquellos que estuvieron de acuerdo con un enunciado antisemita promovieron los DDO en niveles elevados (34%), mientras que los que se manifestaron en desacuerdo sólo lo hicieron en un 20%.
El intento de magnicidio contra la vicepresidenta
Fernando Sabag Montiel, el hombre que atentó contra Cristina Kirchner, es un millennnial que vive en el centro del país, con educación incompleta, un historial de frustraciones personales y profesionales, mensajes xenófobos en las redes y un tatuaje nazi en la mano izquierda, la misma que empuñó el arma que estuvo a punto de hacer pedazos la democracia argentina.
A veces, las coincidencias son sólo coincidencias. Otras, invitan a ampliar el foco y profundizar la mirada.