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A 55 años de la muerte del Che Guevara

Soy el Che Guevara y valgo más vivo que muerto”, les dijo a quienes lo capturaron el 8 de octubre de 1967. Pero esa frase, entre la súplica y la amenaza, tuvo apenas 24 horas de vigencia, porque al día siguiente un oficial del ejército de Bolivia lo ejecutó y su muerte abrió paso a la leyenda.

El sargento Mario Terán fue el encargado del fusilamiento. Era oficial del ejército pero no un sicario, por eso le costó enfocarse en su tarea aquel 9 de octubre de hace 55 años. La orden había bajado del presidente de Bolivia, René Barrientos, con el respaldo del gobierno de los Estados Unidos.

El Che leyó esa duda en la mirada. “Dispare, no sea cobarde… Va a matar a un hombre”, le dijo al oficial. Guevara estaba herido en una pierna, agotado por la falta de descanso y de buena alimentación, pero fundamentalmente estaba resignado ante una situación que ya no tenía vuelta atrásY el oficial, con la vista del Che que le apuntaba y lo miraba tal como fue fotografiado y exhibido una vez muerto, gatilló.

El oficial que lo ejecutó cumplió con la orden tal como se la habían ordenado: la ráfaga debía ser del cuello para abajo. El Che Guevara aún estaba vivo cuando las radios bolivianas ya anunciaban alborotadas que el famoso guerrillero había muerto peleando en el monte boliviano, por lo que la balacera debía parecerse a una muerte en combate y no a un fusilamiento.

Dos años antes de su muerte, el Che Guevara ya no sintonizaba como antes con Fidel Castro en Cuba y había decidido enterrar su identidad por una nueva causa, lejos de la isla centroamericana. Se cortó el pelo y se afeitó, y con su nueva imagen tuvo un nuevo nombre en su pasaporte: Ramón Benítez. Así viajó a África, para ayudar a liberar al Congo del dominio belga.

Sin embargo, todo salió mal en esa aventura, al punto que en sus cuadernos dejó asentado que en el Congo se libró una “guerra idiota, sin objetivos. O, al menos, con objetivos vagos”. Y también habló de “errores que no podían repetirse: la derrota y sus más preciosas enseñanzas”, apuntó.

Pero un par de años después, ya en la selva boliviana, los repitió. Y terminó solo, con la Unión Soviética mirando para otro lado y Cuba indiferente. Ni el Partido Comunista de Bolivia lo apoyó. De hecho, en sus últimas semanas de vida, el Che acusó al líder del comunismo boliviano, Mario Monje, de “traidor”.

El cuerpo del Che Guevara fue exhibido durante dos días en el piletón de la lavandería del Hospital de La Higuera. Su imagen, con la boca entrecerrada y los ojos abiertos, quedó en la historia.
El cuerpo del Che Guevara fue exhibido durante dos días en el piletón de la lavandería del Hospital de La Higuera. Su imagen, con la boca entrecerrada y los ojos abiertos, quedó en la historia.

Su lucha, decía, era para darle fuerza y entidad a los campesinos de Bolivia, pero al final tampoco encontró el eco en ese pueblo. Y terminó acorralado con apenas un puñado de soldados que respondían a él. En marzo de 1967, la CIA -que prestaba sustento de inteligencia al ejército de Bolivia- había descubierto su escondite en el monte, que ya no era un espacio secreto para el Che Guevara.

Empezó a moverse de un lado a otro, pero lo hacía con desesperación, casi sin hombres a quienes comandar y cada vez con menos provisiones. Así, el 8 de octubre, en la Quebrada del Yuro, llegó su sentencia: después de un tiroteo con el ejército, quedó herido en una pierna y cayó prisionero. Al día siguiente, unos minutos después de la una de la tarde, lo fusilaron.

Unos años antes, tras enterarse de la muerte de su mamá, el Che había escrito cómo imaginaba su propia muerte. Y lo hizo con dos opciones. En combate, con su “cuerpo solo descomponiéndose en un monte”. O prisionero de sus enemigos, que lo exhibirían “con la mirada agónica y desesperada, fija en el instante del supremo miedo, porque se tiene miedo, a qué negarlo”, llegando así “a la tapa de la revista Life”. Toda una premonición.

En La Higuera, donde ejecutaron al Che Guevara el 9 de octubre del 1967, hay un mausoleo que se transformó en un centro turístico y en un lugar santo: mucha gente hace promesas y le "pide cosas" al Che.
En La Higuera, donde ejecutaron al Che Guevara el 9 de octubre del 1967, hay un mausoleo que se transformó en un centro turístico y en un lugar santo: mucha gente hace promesas y le «pide cosas» al Che.

Su cuerpo fue trasladado en un helicóptero militar al Hospital de La Higuera. Ahí, recostado en el piletón de la lavandería, luego de que las enfermeras le limpiaran el barro que tenía en la cara, con la boca semicerrada y los ojos bien abiertos, el Che Guevara fue exhibido durante dos días. Y filmado y fotografiado para la posteridad.

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