El acto de la UOM en Pilar fue su «primera salida». Así definió a su reaparición pública tras el intento de fusilamiento que sufrió hace más de dos meses. Se alegró de no haber notado que la quisieron matar, para evitarse el trauma psicológico que le hubiera generado entender lo que estaba pasando.
Cristina Kirchner está convencida de que el plan para matarla alcanza al macrismo. La Vicepresidenta aludió en su discurso a Luis «Toto» Caputo, exministro de Finanzas del gobierno Mauricio Macri, y primo de Nicolás Caputo, el «hermano de la vida» del expresidente. También, al diputado bullrichista Gerardo Milman.
Para CFK, el motor del ataque en su contra no es ni puede ser una expresión de odio social inorgánico. La ex presidenta asegura que se trata de una violencia financiada por la política. Es decir, del PRO, en una correlación prácticamente lineal. Una justicia en la que ella no confía definirá si la creencia cristinista tiene asidero. El señalamiento al macrismo encierra un detalle: la diferenciación que hace entre el partido fundado por Mauricio Macri y la UCR con la que intenta un puente de convivencia.
Si bien faltan elementos para coincidir o rebatir su tesis sobre el intento de magnicidio, la certeza de Cristina Kirchner encierra una especie de expresión de deseos: ante los ojos ultra-politizados de CFK, el odio en su contra debe responder a un plan, a un orden político. Tal vez la realidad sea más caótica que el diagnóstico que plantea la Vicepresidenta. Tal vez el neonazismo de cabotaje sea una derivación malsana de una sociedad que no encuentra un rumbo económico, ni una mínima proyección colectiva con visos de progreso.
Pero Cristina Kirchner siempre busca ordenar el caos. Aun cuando no encuentre una hoja de ruta. Porque está claro que la abogada peronista no escapa al desconcierto y la impotencia que afecta a la dirigencia. Su propuesta sobre el camino a seguir se ubica en el pasado: en el acto gremial de Pilar volvió a mostrar los gráficos nostalgiosos de los salarios durante su mandato. ¿Se puede volver a «recuperar la alegría» de sus años de presidencia? ¿Esa es su propuesta de campaña?
Como sea, la CFK post-atentado se ubica por encima del internismo del Frente de Todos. Ya no quiere perder tiempo en hacerle reproches a Alberto Fernández. Para Cristina, el Presidente es un error del pasado. «Voy a hacer lo que tenga que hacer para que nuestro pueblo recupere la organización y la alegría. Volvamos a recuperar esa alegría, la alegría de que el sueldo alcanzaba, nos la merecemos», aseguró la nacida en Tolosa.
¿Qué significa «ese hacer lo que tenga que hacer»? Sólo ella lo sabe en concreto. O ni siquiera. Se trata de un escenario en construcción. Pero los trazos gruesos se empiezan a vislumbrar: ser candidata a Presidenta o influir en la alquimia electoral. Cualquiera de las dos opciones tiene una consecuencia indirecta: correr a Alberto Fernández del mapa.
Cristina Kirchner actúa pensando en la mirada histórica. Desde esa percepción grandilocuente, es posible que prefiera ir por la Presidencia, aún bajo el riesgo probable de perder, que resguardarse en los fueros de una banca en el Senado por la provincia de Buenos Aires. En el camporismo la alientan a ir por la Presidencia, pero asumen que optará por la senaduría. No está definido. Pero su «primera salida» se pareció demasiado a una performance de campaña.