Lo que serían tres días para celebrar las últimas jornadas de cursada de un posgrado se transformó en una pesadilla para 10 estudiantes que alquilaron una casa en provincia de Buenos Aires, en la que denuncian que fueron espiados y amenazados por la dueña de la vivienda que estaba en Alemania.
Según contó al medio Aire de Santa Fe Juan Pablo García, de 34 años, la vivienda la alquilaron a través de una plataforma a una mujer que se identificó con el nombre de Carmen y que está radicada en Alemania. “Era una casa espectacular. Tenía un quincho atrás, como ocho dormitorios y una sala de juegos”, explicó el joven, y detalló que sabían de la existencia de cámaras de seguridad tanto en el frente como en el fondo de la propiedad, pero no creían que las del interior fueran vigiladas todo el tiempo por la dueña.
“El jueves a la noche hicimos un asado y después vinieron cuatro amigos del máster. Teníamos música de fondo con un parlante. De golpe, nos llega un mensaje de la dueña diciendo ‘me avisó una vecina que están haciendo una fiesta, se tienen que ir ahora de la casa’. Le dijimos a la gente que se vaya”, contó García. Este sería solo el primero de los mensajes que permitirían saber que la mujer los espiaba y hasta escuchaba sus conversaciones.
El viernes la situación siguió, según el relato del inquilino, mientras acomodaban la vivienda uno de los presentes bromeó con apagar las cámaras de seguridad y a los pocos minutos recibieron un nuevo mensaje de Carmen que dejó al descubierto que no solo los miraba, sino que los escuchaba: “Cuando estábamos en la casa nos llega un mensaje diciendo ‘che ahí los escuché diciendo algo de que van a desconectar las cámaras’”.
El tercer día hubo una nueva situación cuando el grupo de amigos regresó de un bar y uno de ellos nombró a la propietaria. “Uno de los chicos dijo medio en joda ‘¡hay Carmencita!, ¡hay Carmencita!’, como diciendo ‘¿nos estará escuchando?”.
Pocas horas después, llegó un nuevo mensaje de Carmen en el que le reclamaba que se “estaban burlando” de ella. “Ahí dijimos ‘pará, ¿qué le pasa a esta?’. Dijo que a las 11 nos teníamos que ir y le pedimos que nos espere hasta las 11.15 para ordenar”.
Los jóvenes abandonaron la propiedad 40 minutos más tarde del horario previsto y esto generó un nuevo cruce: “Antes de irnos, le mandamos las fotos de los ocho dormitorios para decirle ‘mirá, está todo bien, un poco desordenada la cocina’. Le dije que la pasamos muy mal porque nos sentíamos espiados. Esto no sé si no es un delito penal y ahí nos dijo ‘bueno y ustedes se van tarde”.
Lejos de terminar allí la incómoda situación, el joven que alquiló la propiedad contó que recibió un mensaje en el que le indicaban que la dueña del inmueble les reclamaba el pago de 70 mil pesos por haberse ido más tarde de la casa. “Nos mandó fotos de cosas rotas y no habíamos roto nada, nos pedía una fortuna de plata”, indicó García.
“Fue una anécdota que no nos vamos a olvidar ninguno”, sumó el joven y cerró: “No sabés si tiene grabada las charlas o cámaras, vamos a ver hasta donde queremos llegar”.
Tras la difusión de la noticia, la dueña del inmueble se defendió a través de redes sociales y aseguró que dentro de la vivienda no hay cámaras que solo hay en la entrada y en el fondo. Según su relato, fueron en esos lugares donde los inquilinos dijeron que apagarían las cámaras y se burlaron de ella. También compartió capturas de mensajes con el inquilino en el que le informaba de las dos cámaras.
La mujer, además, aseguró que la demora en dejar el inmueble no fue de 40 minutos, sino que fue de más de 5 horas.
Qué permite la plataforma de alquiler
Según publica en su web Airbnb: “Para ofrecer tranquilidad tanto a los anfitriones como a los huéspedes, se permiten medidas de seguridad como cámaras de seguridad y dispositivos de control de ruidos, siempre y cuando estén claramente mencionados en la descripción del anuncio y no infrinjan la privacidad de otra persona. Las reglas sobre dispositivos se aplican a todas las cámaras, dispositivos de grabación, dispositivos inteligentes y dispositivos de monitoreo”.
Luego explica: “Lo que sí permitimos: Dispositivos que monitorean solo espacios públicos y espacios compartidos, sobre los que se ha informado: se permiten dispositivos que muestran o monitorean solo un espacio público (por ejemplo, una puerta principal o una entrada) o un espacio compartido, siempre que estén claramente identificados y se haya informado a los huéspedes sobre su presencia antes de la reserva. Los espacios compartidos no incluyen las áreas para dormir ni los baños”.
“Lo que no permitimos: Dispositivos ocultos y no develados que monitorean espacios compartidos: todos los dispositivos que monitoreen un espacio compartido tienen que instalarse de manera visible y mencionarse en la descripción del anuncio. Dispositivos en espacios privados o que monitorean estos espacios: los dispositivos nunca pueden monitorear espacios privados (por ejemplo, los dormitorios, los baños y los espacios compartidos que se utilizan como áreas para dormir, como un living con un sofá cama). Se permiten dispositivos desconectados siempre y cuando estén apagados y se haya informado explícitamente a los huéspedes sobre su presencia”, cierra Airbnb.