La Secretaría de Finanzas ajusta el esquema de bonos con los que buscará, la semana próxima, cerrar el año financiero. Llega con la lengua afuera: en noviembre, el Tesoro pudo renovar el 100% de la deuda, pero no consiguió nuevo financiamiento para cubrir el déficit fiscal.
Analistas coinciden en que la capacidad del sector privado para prestarle plata al Gobierno puede estar llegando a un límite y miran al Banco Central como prestamista en última instancia, no ya con adelantos transitorios, sino a través de recompras de deuda y la posterior esterilización vía Leliq.
El secretario de Finanzas, Eduardo Setti, coordina con el sector privado los instrumentos que ofrecerá en la próxima licitación, que será el miércoles 14. No habrá, en esa instancia, un bono a largo plazo, como ofreció un grupo de bancos del exterior. La propusieron al Gobierno aportar los pesos, que les sobran, a cambio de un bono pagadero en dólares (que faltan), a diez años. Sin estar descartado, su análisis quedará para más adelante.
Por ahora, los esfuerzos de Finanzas se concentran en los $ 400.000 millones de vencimientos del mes. El monto se descomprimió luego del canje de deuda de noviembre. Pero el mercado asume que la gran mayoría de esas obligaciones está en el sector privado. Dentro de ese mundo hay sectores «regulados» (bancos y aseguradoras que, sin demasiadas alternativas, participarán) y Fondos Comunes de Inversión que, desde octubre, orientan sus tenencias hacia instrumentos más líquidos.
LELIQ VS. TESORO
«En los últimos meses, se pudo ver cómo los fondos que más suscripciones tuvieron fueron los Mercado de Dinero, con mayor participación de activos asociados a deuda del Banco Central», indicó PxQ, la consultora de Emmanuel Álvarez Agis, en un informe. Aquí, continuó, se nota «la preferencia por el riesgo BCRA», que el economista asocia al «historial crediticio». Las Leliq quedaron a salvo del reperfilamiento de deuda de 2019. Y el escenario electoral de nuevo incide en la toma de decisiones.
Los analistas encendieron señales de alerta. PxQ estimó que, hasta septiembre inclusive, los vencimientos totalizan $ 10,7 billones, con un pico de $ 1,7 billones en julio. El stock de deuda del Tesoro, de $ 17 billones a valor nominal, se reparte entre el sector público (Banco Central y FGS suman $ 6 billones), los bancos ($ 4,5 billones), los Fondos Comunes ($ 1,4 billones) y otros actores privados. «Si se mide en porcentaje de los depósitos totales en las entidades financieras, la tenencia de títulos del Tesoro y BCRA antes de que se establezca el esquema de control de cambios era 27% y hoy es de 46%», añadió.
Para Equilibra, la firma de Diego Bossio y Martín Rapetti, el rol del BCRA como «prestamista de última instancia» se engrandece. Si bien frenó la emisión vía adelantos transitorios, «puede comprar un volumen virtualmente infinito en el mercado secundario» de deuda para sostener cotizaciones, y luego recapturar esos pesos con emisión de Leliq.
«Estimamos que la emisión directa o indirecta para asistir al fisco terminaría el año por encima del 3% del PBI, representando casi 40% de lo que aumentarían los pasivos del BCRA» indicó en un informe de Joaquín Waldman. Más de la mitad de ese 1,8% llegaría vía recompra de bonos del Tesoro. La emisión asociada al Dólar Soja también rondaría el 0,7% del PBI.
LA MONCLOA DE LA DEUDA
Ecolatina sostuvo que las dificultades de diciembre serán importantes. No solo por el «stress» del mercado, sino también por la alta demanda estacional de pesos, tanto del sector público como del privado. «Producto de las dificultades para conseguir financiamiento neto en un mes con déficit elevado, estimamos que probablemente el Gobierno utilice financiamiento alternativo en diciembre, lo que implica volcar más pesos a la economía. En este sentido, podría utilizar parte de sus depósitos en el BCRA, vender DEGs, vender dólares recibidos del BID o invitar provincias y/o municipios a incrementar su participación en las licitaciones», afirmó.
Más allá del mes crítico, «la fragilidad y la poca viabilidad que exhibe el programa financiero será uno de los principales desafíos del Gobierno en 2023», pronosticó Ecolatina. Para PxQ, ese riesgo es político y se podría atemperar con una «Moncloa» entre oficialismo y oposición.
«Mientras que el oficialismo necesita que la oposición no dispare una crisis sobre la deuda doméstica que gatille una crisis financiera y económica, la oposición necesitará del mercado local y, además, no le conviene heredar un déficit fiscal elevado«, escribió Álvarez Agis.
«Cambiar un compromiso respecto al nivel de déficit de 2023 (por ejemplo, el estipulado en el acuerdo con el FMI, que tendría el acuerdo de un tercero «imparcial») por un compromiso de honrar la deuda parece tener todo el sentido», continuó. «El año comenzará con un desafió mayúsculo en términos de estabilidad macro-financiera», advirtió.