Dos mujeres ingresan en la terraza de uno de los hoteles más exclusivos de Qatar. Una moza se acerca dos veces para preguntarles si desean tomar o comer algo. Ambas sonríen y aseguran estar esperando a alguien. A los pocos minutos una de ellas escucha un audio, le cuenta a la otra lo escuchado y deciden salir.
La mesera no se sorprende. Reconoce al instante que es una escena que se repite de manera habitual y que es parte de uno de los tantos comportamientos que se distinguen en el circuito sexual que se lleva a cabo en los hoteles más lujosos de Doha.
“Acá no se ve el tipo de prostitución en el que un vehículo pasa por una esquina y una mujer dialoga con el conductor y luego se sube. Se ve en los boliches mayormente. Es una prostitución VIP que está a la vista, pero no es para el alcance de todos”, narró Pablo, un joven argentino que trabaja en la industria hotelera de Qatar y pidió resguardar su nombre verdadero.
Pablo citó al mismo hotel en el que sucedió la escena inicial. “Tiene un boliche en el que se puede ver lo que te digo. Son mujeres, mayormente asiáticas, que están en grupos y acompañadas por algún hombre”, contó.
Lo descrito por el joven fue confirmado por este medio a través de una secuencia nocturna que incluyó a cinco hoteles ubicados en las mejores zonas de Doha. En uno de ellos, en el Sports Bar ubicado en la planta baja, dos mujeres tomaban la misma bebida mientras se dedicaban a observar y fijar miradas a la espera de un primer contacto.
Como la prostitución está prohibida en Qatar, el acuerdo no es sencillo de llevar a cabo. La primera acción debe ser sutil, casi como un acercamiento casual entre personas que se descubren en un mismo sitio y deciden charlar. Si se pregunta de entrada por el servicio, la mujer buscará evitar dar precisiones y se retirará. Ellas no tendrán la iniciativa porque saben que, en caso de ser descubiertas, tendrán severos problemas judiciales.
“En los boliches se ven mucho, aunque ellas intentan no mostrarse ni ser evidentes. Tampoco hace falta ir a hoteles grosos porque saben que suceden estas cosas y constantemente buscan que no pasen. Pero suceden y a veces se ocultan”, agregó Pablo, que detalló que las autoridades qataríes buscan de manera constante desactivar esta práctica.
Para entender la exclusividad de esta actividad basta con describir la función de una sala ubicada en el centro de un restaurante situado en uno de los últimos pisos de un hotel internacional. “Una habitación que parece un cabaret, aunque se ofrece como un living con cortinas. Ingresar ahí es imposible, es muy VIP. Estamos hablando de miles de dólares”, sostuvo.
En uno de estos hoteles, un guardia de seguridad africano evitó hablar en profundidad del tema y pidió salir del lobby para dialogar con mayor soltura. “Esto es de hombre a hombre”, dijo, y recomendó no volver a preguntar si existe o no un listado de mujeres -con sus respectivos teléfonos- que ofrecen servicios sexuales.
Qué pasa si la Policía descubre un acuerdo sexual pago
“Te diría que es imposible generar un encuentro sexual en Doha, porque si la Policía te descubre va a querer que pruebes el vínculo. Y si eso no sucede, a los dos los van a deportar”, explicó el empleado de seguridad, remarcando que la prostitución en Qatar está prohibida y que las consecuencias pueden ser severas.
Esta afirmación fue ratificada por Hassan, un banquero qatarí que indicó: “Si te agarran y llaman a la Policía, los deportan del país. No hay vuelta atrás”.
Respecto a la prostitución en su país, Hassan manifestó: “En general no sucede, pero se sabe que muchas mujeres se mueven en secreto a través de los hoteles. Pero eso no está permitido”.
Una argentina, empleada en otra cadena hotelera, entregó una frase letal para pintar el cuadro de esta situación: “Es algo que todos saben, pero todos se hacen los que no saben”. En su caso, relató que una de las prácticas comunes es que el hombre reserve una habitación y espere en ella la llegada de la mujer: “Jamás vas a ver que entran o se van juntos”.
La información se entrega a cuentagotas y esto no es solo por el temor de revelar lo que acontece, sino porque en realidad los datos no abundan. “Nadie llega con un cartel diciendo que es trabajadora sexual, ni los hombres van por las mesas preguntándole a las mujeres si lo son”, dijo el guardia de seguridad previamente mencionado.
Fue él quien “aconsejó” llevar estas dudas al mítico mercado antiguo de Souq Waqif, allí en donde todo se vende y consigue. “También se ofrece por Tinder. Es común encontrar trabajadoras sexuales por ahí. Cada 20 asiáticas aparecen una latina. En Tinder salen por todos lados”, contó Pablo.
En redes sociales también es sencillo encontrar perfiles con números de WhatsApp y fotos de mujeres que se presentan como “masajistas”. Al contactarlas, desplegarán un listado de servicios en donde muy al pasar se detalla que el fin es encontrar el placer deseado. Una hora de esta “sesión” tiene un valor que comienza en los 150 dólares.
“Tengo mi identificación para trabajar aquí Qatar, así que trabajo en mi lugar”, respondió una de las mujeres consultadas. Ante la pregunta de si lo hace a domicilio, indicó que únicamente se siente cómoda en un conocido hotel en el que posee una habitación reservada.
“Es muy obvio cuando lo ves en boliches, pero que vengan y te ofrezcan tener sexo no va a pasar. En los boliches de los hoteles sí se ve. Ahora, un lugar específico en donde uno va y se ofrezca el servicio de tal manera no. Eso no pasa”, completó Pablo.