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Un hallazgo abre la puerta para tratar el colesterol alto y otras enfermedades

Aunque parezca algo demasiado liviano, uno de los lujos de quienes habitan el mundo de la investigación científica es que quien encuentra algo tiene el poder de bautizar eso que descubre. Entre tanta exactitud de laboratorio, entonces, se cuela la inspiración.

Científicos de la Fundación Instituto Leloir (FIL) crearon un modelo de mosca Drosophila –más conocida como «la mosca de la fruta»– con niveles alterados de un gen que, como pudieron comprobar, cumple una función clave en el procesamiento de las grasas (lípidos).

En las moscas, cuando ese gen falla en una estructura que cumple la función del hígado, se producen alteraciones en su alimentación que pueden llevar a la muerte. El hallazgo podría mejorar el abordaje hacia eventuales tratamientos para más de 20 enfermedades humanas.

A ese gen lo llamaron Orsai. La expresión futbolera argentina de la posición adelantada.

«Le pusimos Orsai porque uno de los rasgos más obvios de la mutante (el modelo de mosca genéticamente modificado para este estudio) es que mientras los hermanitos de la camada con niveles normales de la proteína se la pasaban comiendo, como es típico de la etapa de larva, las que no la expresaban o tenían poca cantidad se quedaban dando vueltas alrededor del alimento y terminaban muriendo de hambre. Eran larvas que estaban fuera de lugar, en off side», explica a Clarín Fernanda Ceriani, doctora en Ciencias Biológicas y jefa del Laboratorio de Genética del Comportamiento de la FIL.La mosca Drosophila melanogaster se utiliza de forma generalizada en la investigación científica.La mosca Drosophila melanogaster se utiliza de forma generalizada en la investigación científica.

Publicada en BMC Biology, la investigación realizada en esas moscas también identificó un gen análogo en seres humanos y eso es lo que abre las puertas para el análisis terapéutico de varios trastornos de la salud humana relacionados con el procesamiento lipídico.

Todo, «a futuro».

En las personas los trastornos del metabolismo de los lípidos abarcan un amplio espectro de afecciones, desde la hipercolesterolemia (el colesterol alto genético) y la hipertrigliceridemia (triglicéridos altos) hasta otras muchísimo más infrecuentes.

Dos de ellas se dan cuando la célula es incapaz de descomponer los lípidos: las enfermedades de Tay-Sachs (causa la acumulación de una sustancia grasosa en el cerebro) y Gaucher (esa acumulación pero en el bazo, hígado, pulmones o huesos).

Para evitar crear confusión y ansiedad en quienes estén diagnosticados, Ceriani aclara que este recién es el inicio del camino hacia más investigación y potenciales avances en los tratamientos.

¿Por qué este gen Orsai es clave en el procesamiento de los lípidos?

La homeostasis de lípidos es un proceso crucial para la producción, el almacenamiento y el consumo de energía. Las larvas de la mosca de la fruta se alimentan incesantemente para lograr aumentar su tamaño unas 200 veces y acumulan reservas suficientes para proporcionar toda la energía y los nutrientes necesarios para el desarrollo de la mosca adulta.

Los mecanismos que controlan este programa metabólico son poco conocidos. 

Cuando la expresión del gen Orsai está disminuida (por la alteración genética que realizaron en las moscas) se modifica «de una manera notable y potencialmente letal» el comportamiento de los insectos: a pesar de que ven y huelen el alimento, las larvas que no expresan el gen se alejan de la comida y queman sus reservas de lípidos sin control.El colesterol en sangre es uno de los objetivos de la investigación. Foto: Shutterstock.El colesterol en sangre es uno de los objetivos de la investigación

Ese off side termina en derrota en el Mundial de la supervivencia.

Como no pueden aprovechar correctamente su alimento, estas moscas “mutantes” no crecen y desarrollan problemas musculares y comportamentales. En contrapartida, el panorama mejora significativamente cuando se les agrega una proteína humana que cumpliría la misma función.

“Este trabajo nos llevó muchísimos años (unos 20) porque a cada paso tuvimos que descartar hipótesis y romper preconceptos, como que el cambio comportamental en estas moscas lo disparaba su cerebro”, sigue Ceriani.

El vuelco exitoso para esta investigadora del CONICET, que se especializa en el estudio de las neuronas del reloj biológico, fue cuando se detuvieron en el cuerpo graso, que cumple la función del hígado en la mosca.

«Nos dimos cuenta de que es allí donde la falta de ‘Orsai’ modifica la conducta. Es decir, al contrario de lo que creíamos en un primer momento, descubrimos que un cambio de comportamiento puede venir de una alteración en la forma en la que los animales almacenan los lípidos en sus tejidos de reserva, y eso probablemente hace que no llegue una señal adecuada al cerebro”, resaltó.

La puerta abierta

La bióloga Magdalena Fernández Acosta, del equipo y autora principal del artículo junto al biotecnólogo Juan Ignacio Romero y al también biólogo Guillermo Bernabó, explicó que además de haber constatado esa función clave del gen Orsai, pudieron identificar que en los seres humanos la proteína ETFRF1 cumpliría un rol similar.

“Entonces nos preguntamos qué pasaría si las moscas que no tienen el gen Orsai en el cuerpo graso recibieran suplementos de la proteína humana. Para eso, creamos moscas capaces de expresarla y vimos que mejoran el comportamiento defectuoso y sobreviven. Esto demuestra que ni el origen del problema ni el de la solución parten del cerebro”, detalló Fernández Acosta. Partirían del hígado.

Este grupo fue el primero en demostrar ese paralelismo entre los genes.

«Además, lo hicimos in vivo (en la mosca) que es muy diferente a un estudio in vitro (fuera de un organismo), donde todo es más controlado”. Este trabajo permite entender la función real de este gen en off side.

“Debido a eso, tuvimos el placer de poder bautizarlo”, marcó la científica.  ‘Orsai’ es el nombre de la revista literaria que dirige Hernán Casciari, autor que el equipo, según detallaron, lee y admira.

Las patologías humanas asociadas a una disfunción en el procesamiento de los lípidos afectan típicamente el tono muscular, el sistema nervioso y provocan defectos del desarrollo.

“Ahora tenemos un modelo de estudio para estas enfermedades, lo que abre la perspectiva de experimentar, a futuro, tratamientos que de otra manera no eran posibles», cierra la científica.

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