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Las cinco claves de la felicidad según Harvard

En 1938 investigadores de Harvard se propusieron saber qué hace que una persona prospere; 724 participantes les permitieron estudiar sus vidas, desde los problemas en la infancia y los primeros amores hasta los últimos días. Además de reunir información sobre su salud, cada dos años les hacían un cuestionario para conocer su estado emocional.

Ochenta y cinco años después, el Estudio de Harvard sobre el Desarrollo Adulto se expandió a tres generaciones, con más de 1.300 descendientes de los primeros sujetos abordados; es la investigación más prolongada sobre la salud humana en el mundo. 

La conclusión principal resulta reveladora: más que la inteligencia, la riqueza o la clase social, lo que influye en una vida feliz son los vínculos fuertes y saludables. En esa línea, un artículo de The New York Times repasa aquel informe y las premisas del psiquiatra Bob Waldinger para proponer siete acciones -de las cuales destacamos cinco- que buscan acercar la felicidad a nuestra vida cotidiana.

1. Reflexionar sobre las relaciones. Las personas más conectadas viven más y son menos vulnerables al estrés, la depresión, el deterioro de la memoria y del lenguaje. Pero como los músculos, una relación descuidada también puede atrofiarse. Nuestra vida social es un sistema vital que necesita ejercitarse semana a semana, año a año.

2. Hablar con extraños. La evidencia sostiene que las interacciones breves pero cálidas -preguntarle a una cajera por su día, elogiar el bebé de alguien que pasa a nuestro lado- pueden afectar el ánimo y la energía durante todo el día. El motivo es sencillo: tendemos a gustarle a la gente más de lo que creemos.

3. Conversar ocho minutos por teléfono. Más allá de los intercambios inconstantes e interminables por WhatsApp, una llamada telefónica permite entrar en contacto -a veces con personas que no vemos hace años- con nuestras situaciones sentimentales, familiares y laborales en un diálogo franco, sostenido y focalizado.

4. No cancelar planes. Aunque suene tentador quedarse en casa, los beneficios de ir a esa fiesta o reunión que nos genera más dudas que certezas pueden ser muy tangibles: encuentros interesantes, inesperados o simplemente divertidos. La motivación puede pasar por fijarse metas modestas, como conversar un rato con dos o tres personas en vez de obligarse a permanecer cuatro horas a cualquier costo. La pandemia demostró que aquellos meses no fueron el paraíso de los introvertidos, sino un limbo que propició la desconexión social y los bajones anímicos.

5. Escribir un panegírico en vida. Se trata de contarle a un ser querido cuán importante es en nuestras vidas y agradecerle lo que hace por nosotros. No importa el medio elegido; sí que el mensaje llegue. Un gesto que, a uno y otro lado, realza la importancia de los vínculos que a veces gestionamos en un piloto automático emocional.

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