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Anillaco, la ciudad natal de Carlos Saúl Menem

En Anillaco, provincia de La Rioja, un alegórico sendero que va desde la humilde casa de piedras donde nació, hasta La Rosadita (la espléndida residencia con quincho, cancha de tenis y pileta) representa -como ninguna otra parábola-, el paso por la historia del expresidenteCarlos Saúl Menem.

Ya pasaron más de 2 años desde que falleció y 24 desde que se bajó (o lo bajaron) de la presidencia. Su carisma y un decenio en la cumbre del poder grabaron su nombre a fuego en la conciencia de los argentinos. Carlos Saúl Menem. Cada vez que alguien pronuncia ese nombre, una imagen se proyecta en nuestro cerebro.

Menem en la Ferrari. Menem con los Rolling. Menem preso. Menem y Carlitos Junior. Menem con Neustadt. Menem y el almirante Rojas. Menem jugando golf con Bush. Menem en un cohete que se eleva hasta la estratósfera y llega a Corea o Japón en 1 hora y media. ¿Cuál de todos estos es tu Menem?

El quincho donde Menem comía asados y recibía a sus amigos. (Foto: captura eltrece)
El quincho donde Menem comía asados y recibía a sus amigos. (Foto: captura eltrece)

Pero mientras la mayoría lo recuerda en imágenes, en Anillaco, a Menem se puede ver. Allí Carlos es presente y no recuerdo. Una práctica muy común, pero no por eso menos reprochable, hizo que calles, escuelas y hospitales lleven el nombre de Menem. Hasta una estatua le hicieron. La tierra que lo vio nacer, se niega a olvidarlo.

Hay política, hay personalismos y lo peor del caudillaje, pero también mucha gente orgullosa en el pueblo. Hablé con ellos. Todos tienen un recuerdo cálido con El Carlo. Todos tienen alguna anécdota que casi siempre es graciosa. Es gente orgullosa de que su tierra, en ese suelo indómito, pero fecundo, le haya dado un Presidente a su país.

Los más pragmáticos creen que se puede fomentar el turismo con las visitas a La Rosadita y la Pista de Anillaco. Pero la mayoría, el pueblo, se niega a olvidar a su adalid. Las calles de arena y piedra y el paisaje lunar nos hace fantasear que Menem finalmente se subió a su cohete estratosférico y volvió de incógnito a su pueblo, donde convive como un Elvis vivo entre todos esos hombres que no quieren perder su recuerdo.

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