Cristina Fernández de Kirchner no será candidata a Presidenta de la Nación. El convencimiento de que no se presentará en estas elecciones 2023 activó los mecanismos de autodefensa del kirchnerismo extremo que aún así busca sostener su volumen político como principal accionista del Frente de Todos.
En el centro de la escena, a pesar de la multiplicidad de nombres, se posicionan Daniel Scioli y Sergio Massa y se anticipa, si suben ambos al ring, una interna casi sangrienta. Ninguno de los dos representa al kirchnerismo. La apuesta, tras tres años y medio de desgracias económicas, sociales y políticas, es a la supervivencia.
«No aflojen, no se desilusionen, a veces no todo sale como queremos», pidió resignado Máximo Kirchner al confirmar que el próximo 27 de abril, cuando se cumplan tres años del triunfo electoral de Néstor Kirchner, reaparecerá la Vicepresidenta en un acto en La Plata. ¿Confirmará ese día lo que hará o habrá que esperar un mes más?
Quienes mantienen la esperanza en que Cristina Kirchner sí será candidata, alimentaron sus deseos al escuchar el discurso del sábado de su hijo. Su participación en el plenario del peronismo porteño en Ferro se confirmó post renunciamiento de Alberto Fernández. Más allá de alguna chicana, sonó medido y contemplativo con el Presidente, a excepción de su enojo por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que focalizó en la figura de Kristalina Georgieva y el exministro Martín Guzmán.
Sin embargo quienes temen que ella no será candidata, percibieron señales de orfandad futura cuando oyeron a Máximo Kirchner repetir varias veces la necesidad de sostener el frente electoral y el pedido de anteponer el proyecto a los lugares en las listas.
Lo más importante de su alocución fue el corset para quien represente a todo el espacio: un programa acordado de 10 o 15 puntos, un compromiso interno «para no tener después dolores de cabeza». Defendió además la gestión de Massa que por la sequía tiene «10 millones de toneladas menos de granos que Mauricio Macri cuando tomó el crédito».
Pero también Kirchner hijo le respondió al video de despedida de Fernández. «La birome siempre la han tenido los militantes. Lo que pasa que la birome quiere escribir un nombre y la Justicia se lo quiere quitar», advirtió en línea con el mensaje del día anterior de Axel Kicillof que a la salida del PJ descartó por ahora su candidatura: «Sobre Cristina pesa un fallo judicial, está proscripta».
El del viernes a la tardecita fue un panorama totalmente distinto al encuentro del Frente de Todos que se dio en ese mismo lugar en febrero. Aquella vez la discusión se extendió hasta la madrugada e incluyó reproches cruzados de Máximo Kirchner, Kicillof y Andrés Larroque por un lado y de Victoria Tolosa Paz y Fernando ‘Chino’ Navarro por el otro.
A pesar de la contienda verbal, esa noche Fernández resistió. «Caminé 40 cuadras para venir y nadie me preguntó por Cristina», desafió a los camporistas el líder del Movimiento Evita.
Se apaga la ‘esperanza’ por Cristina
Sobre Cristina durante todo este último viernes los dirigentes intentaron en vano mostrar su «esperanza». «Nunca en toda mi vida he escuchado a Cristina que haya expresado algo y que lo haya borrado con el codo», se lamentó ante esta periodista el canillita Omar Plaini aún cuando insistió en la presión social para «romper la proscripción».
La del senador provincial, que también esta semana estuvo en la cumbre de la CGT, es una presunción generalizada: es casi imposible que la Vicepresidenta de un paso atrás de lo ya dicho.
No es probable que anuncie un renunciamiento. Cristina ya se bajó el 6 de diciembre del año pasado minutos después de que los jueces Jorge Gorini, Andrés Basso y Rodrigo Giménez Uriburu, integrantes del Tribunal Oral número 2, la condenaran a seis años de prisión y la inhabilitaran de por vida para ocupar cargos públicos. Luego, en un acto en Avellaneda, aclaró que no desistió sino que la bajaron y se autoproclamó proscripta. Cambiar ese escenario requeriría de un fallo favorable de Cámara o de la Corte.
‘La Jefa’ enfrenta una encrucijada, una disyuntiva entre optar por una estrategia ganadora o resistir con sus banderas. Tras el anuncio del Presidente, La Cámpora de Caballito, anfitriona del peronismo porteño y de Máximo Kirchner en Ferro, salió a pegar afiches y sumó un lema: «100% leales a Cristina». El mensaje fue sutil. Y distinto a lo que venían diciendo.
Búnker K en el despacho de Cristina
A las 21 del viernes, mientras los militantes pegaban esos afiches, la Vicepresidenta se retiraba del Senado de la Nación. Desde allí siguió los 17 minutos que duró la reunión exprés del consejo del PJ. La única novedad fue el uso de una aplicación para poner el 16 de mayo como fecha de realización del próximo Congreso partidario. Un plazo amplio para negociar.
El ministro De Pedro y Kicillof oficiaron todo el día como voceros del espacio y adelantaron que no se apurará una definición. El primer objetivo estaba cumplido: correr al Presidente.
A Kicillof se lo vio relajado. También a ‘Wado’. Ninguno de los dos habló en la reunión cuando el Presidente hizo un resumen del video difundido con tono de despedida ni hicieron gestos cuando Fernández ofreció la palabra. El gobernador sólo alberga el temor de que le pidan ir por la presidencial cuando está convencido de que este no es su tiempo. Necesita y quiere a Cristina Kirchner en la boleta para sumar diputados y senadores en la primera vuelta y empujar su propia postulación en Buenos Aires.
«Si no se presenta ella perdemos muchos municipios», advirtió en la semana un intendente bonaerense que planeaba no presentarse en este turno. Las encuestas, afirma, lo obligan a ir por otra reelección. «No sobra nada» insistió y enumeró los distritos en peligro.
En el despacho de Cristina, donde se acordaba la estrategia a llevar al PJ, no dieron tampoco pistas sobre la sucesión. «Los candidatos son todos los nombres que dan vueltas», decían sobre De Pedro, Scioli, Agustín Rossi, Massa y hasta Juan Grabois que volvió a anticipar su desobediencia si la Vicepresidenta bendijera al ministro de Economía y líder del Frente Renovador.
La batalla Scioli-Massa
Desde la embajada argentina en Brasil, defienden el acuerdo interno para que haya PASO. ¿Massa aceptaría? Si bien una primaria activaría la competencia, hay una opinión generalizada respecto a que el ministro de Economía sólo arriesgaría si fuera candidato de consenso. El no habla, más ocupado con la agenda urgente y las operaciones que denunció, salió a abortar y usó como argumento para plantarse frente al Presidente en una charla a solas el jueves en Olivos.
Scioli por su parte ya arrancó. Busca avales para cumplir con la requisitoria de la Justicia electoral y lanzó slogan en el mismo tuit en el que felicitó la decisión presidencial. «Es tiempo de Argentina», un juego entre el país y el nombre de la lancha con la que compitió en sus tiempos de motonauta.
El embajador no corrió a Buenos Aires tras el anuncio albertista. Espera en Brasil la llegada de Axel Kicillof que este martes desembarca con una misión comercial y una comitiva de empresarios bonaerenses. Para Scioli es la oportunidad de una charla a solas. Será casi como hablar con Cristina.
Las miserias entre los bandos revelan hasta dónde llegó el enfrentamiento. Desde Casa Rosada se insistió en que el Presidente tomó en soledad su decisión y, como un gran valor, se destacó que Fernández no puso sobre aviso a sus dos socios principales, garantes de su triunfo en 2019. Massa, que el mismo día había compartido toda la mañana con Fernández en la quinta de Olivos, hizo mutis por el foro mientras desde el Senado dejaban trascender que la Vicepresidenta sabía, no porque el Presidente la hubiera anoticiado sino porque algunas personas, cercanas a él, la habían puesto sobre aviso.
Tal vez no perciban que las cuestiones de ego son un detalle menor para los argentinos que sufren la inflación. Como tampoco saber dónde y cómo hacen sus compras los funcionarios nacionales que lejos están de los desahuciados argentinos.
El Gobierno todavía tiene la suerte de que del otro lado las cosas tampoco marchan bien. La oposición se debate en peleas viscerales, muertos de miedo por el efecto Javier Milei. Tal vez sería sano que todos se preocupen por el avance de la antipolítica y el agite de la dolarización.