Tucumán está mostrando su real faceta. Es una provincia que atrasa y el proceso de deterioro es constante, aunque cueste reconocerlo. Por décadas los únicos que ganaron fueron los que estuvieron en el poder. Sus bolsillo están rebosantes y abultados, sus cuentas bancarias explotan y adquirieron un bienestar asimétrico respecto a sus comprovincianos, que están adormecidos frente a este impúdico espectáculo.
Uno conoce la situación real de una provincia cuando debe enfrentar los desafíos y si vienen todos juntos queda al desnudo la verdadera realidad. Esto le está pasando en estos momentos a la provincia, otrora Jardín de la República. Hoy transformada basural maloliente del Noroeste Argentina.
En el área educativa se repite la historia aburrida de todos los años. Es que los establecimientos educativos están en malas condiciones en su mayoría, con serias falencias muchos de ellos. Todos carecen de ventiladores y calefactores, elementos indispensables para el dictado de clases. Baños en mal estado, verdaderos focos infecciosos. Alguna escuelas con pintura descascarada, yuyos altos llenos de alimañas y hay algunas que no tienen ventanas o puertas o si las tienen están en tan mal estado que es como si no las tuvieran.
En esas condiciones se les «enseña» a los alumnos, que lo primero que aprendes es a admitir el deterioro y mal estado de las escuelas, y con esas imágenes enfrentan la vida. La higiene es escasa y uno se pregunta si a eso se le puede denominarse «escuela». O sea, allí los alumnos no reciben un empuje cultural y académico. Se los prepara para la mediocridad, la ausencia, la escasez y el deterioro.
Tucumán va camino a quedarse sin agua para todos, todas y todes. Es que el último dique lo construyó el gobernador Celestino Gelsi hace 60 años. Desde aquel momento hasta ahora la población creció exponencialmente y por ende el consumo de agua potable. No se crearon nuevas fuentes de suministro a pesar de la riqueza hídrica que tiene la provincia. Se cavan pozos de agua que con el tiempo se secan. Esa es la medida de la incapacidad de los políticos de dar una respuesta a esta demanda. Son ignorantes, garcas y amantes de los billetes, por lo tanto abandonan a Tucumán en la historia y dejan la provincia a la deriva.
Tucumán padece las enfermedades de la pobreza, entre ellas el dengue. El mosquito se desarrolla allí donde hay suciedad, aguas estancadas, pastizales y malos hábitos sociales. O sea, allí donde la cultura no sopló ni siquiera una brisa. Por eso está haciendo estragos.
El calor hace que haya un aumento de consumo de electricidad. Y cuando más la necesitan los ciudadanos, allí se corta la luz. Es que la empresa distribuidora, a quien demonizan muchos políticos y vociferan los que creen que es culpa exclusiva de EDET no saben que el atraso en las tarifas atenta contra las posibilidades de hacer inversiones. El ERSEPT no llama a audiencia para actualizar la tarifa eléctrica, pero el agua aumentó un 200%. Lo decidió el mismo gobierno que pisa la tarifa de electricidad. No hace falta explicar las consecuencias.
Los basurales son la expresión de una sociedad poco educada, reflejo de sus gobernantes. Si Manzur quiso violentar la constitución y ser candidato a Vicegobernador, por qué la sociedad está obligada a cumplir las normas y ordenanzas. No puede haber una asimetría entre unos y otros, al contrario la imitación es el ejercicio más poderoso desde que el hombre decidió vivir en sociedad.
Mirar la calidad y las conductas de nuestros dirigentes y luego observar el comportamiento de los ciudadanos es una forma de saber hacia donde se camina. Hay que admitirlo, solo cultivamos la decadencia con increíble esmero.
Obviamente, hay minorías de gobernantes y ciudadanos ilustrados, honorables y con el ímpetu de aquellos grandes hacedores de la historia. Pero son una minoría débil que naufraga frente a semejante espectáculo proletario.
