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El transporte público es un espejo de nuestra realidad

En Tucumán el servicio de transporte público no desentona con la calidad del servicio de transporte de pasajeros por otros actores. Los taxis tucumanos no son ejemplo de buen servicio. El transporte rural menos aún. Son los signos indisimulables de una provincia pauperizada y arruinada desde hace varias décadas.

Esta realidad no es casual ni víctima de un maleficio extraño. El país sufrió inflaciones, pobreza y desocupación en los distintos gobiernos que se sucedieron a nivel nacional. Independientemente del signo político. Los gobiernos de Carlos Menem y Néstor Kirchner tuvieron resultados macroeconómicos positivos pero la realidad social demuestra que no hubo una mejora en la distribución de la riqueza, por lo menos no sustancialmente.

En Tucumán los gobiernos estuvieron concentrados en las elecciones, en ganar y mantener el poder y toda la política estatal fue para lograr ese objetivo. No hay excepciones en este sentido. Se puso más énfasis y empeño en el sistema electoral que en el desarrollo y progreso de la provincia.

Ante esta realidad política los actores económicos se pusieron en sintonía y buscaron ganar plata a como de lugar, evadiendo, pagando menos por lo que compraban y cobrando caro lo que vendían. Pagaron malos salarios y muchas contrataciones las hicieron en «negro» y esa fue la fórmula para procurarse frondosos patrimonios.

Tucumán es tierra sin utopías ni proyectos. Todo pareciera que se decide en función de intereses de corto plazo, aquellos que dan beneficios inmediatos, como si la vida se terminara pronto. El resultado está a la vista, el atraso y la pauperización se profundizaron.

En este contexto hay que analizar la realidad del transporte. Por qué predicar falsamente que hay que mejorar el servicio si ningún servicio funciona con la calidad deseada, salvo las excepciones que permiten sostener una tenue esperanza. Estamos hablando de servicios públicos y privados.

Hay que ser razonables para no engañar y aparentar. Tucumán debe recuperar las utopías y los grandes proyectos que fueron los horizontes que buscaron muchos de los pro hombres que dio esta tierra bendecida, pero que luego fue mancillada con tanta mediocridad junta.

Esta es la tierra de Alberdi, Benjamín Araoz, Juan B. Terán y tantos otros personajes señeros que dejaron una herencia que no se supo sostener. Como esos hijos que solo conocen el despilfarro y la holgazanería, que creen en la plata fácil y desprecian el esfuerzo y el profesionalismo que exige la existencia humana para asegurar el progreso y no sembrar las semillas de la extinción.

El transporte público será de buena calidad cuando haya políticos y políticas adecuadas, razonables y que tomen decisiones acertadas poniendo como objetivo la mejora continua de la realidad y se le exija con autoridad moral a los empresarios para que brinden un servicio con la calidad, regularidad y sostenibilidad necesaria.

La sociedad espera que esta crisis ilumine a los representantes para crear las condiciones de la superación y recuperación de una provincia a la que le sobran talentos y posibilidades de ser modelo de desarrollo y progreso en la región y en el país. Están a tiempo.