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Adicción a la pantalla. Adolescentes con más ansiedad y menos encuentros cara a cara

En el libro La generación ansiosa, el psicólogo social Jonathan Haid advirtió que la irrupción de las redes sociales trajo consigo grandes cambios en los jóvenes de 10 a 20 años, provocados por los rápidos avances tecnológicos desde la década de 2010.

A partir de ese momento y hasta el 2020, en Estados Unidos se registró un aumento del 145% de casos de depresión en chicas y del 161% en chicos; mientras que la ansiedad subió un 92% en personas de 18 a 25 años, de acuerdo a los datos recabados por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades y Centro Nacional para la Prevención y Control de Lesiones de ese país.

Otras de las cifras alarmantes están vinculadas a los casos de suicidio, que en este mismo período de tiempo crecieron un 91% en varones un 167% en mujeres.

“En ese período, la vida social de los adolescentes se trasladó en gran medida a los smartphones, con un acceso continuo a las redes sociales, los videojuegos online y otras actividades basadas en internet. Esta reconfiguración de la infancia es la principal razón del tsunami de enfermedades mentales, ansiedad, depresión y autolesiones en los adolescentes y preadolescentes. Ninguna otra teoría ha sido capaz de explicar por qué las tasas de ansiedad y depresión de los adolescentes aumentaron en tantos países al mismo tiempo, del mismo modo”, señaló el autor.

Uno de los principales problemas que generaron las redes sociales en los nativos digitales, según Haid, es la falta de sueño. Está comprobado que un adolescente con el celular en mano puede llegar a dormir siete horas diarias o menos, lo que puede provocar ansiedad, irritabilidad, déficit cognitivo, aprendizaje insuficiente, accidentes y hasta muertes accidentales.

También el autor menciona que desde que los adolescentes empezaron a tener sus propios celulares, los encuentros presenciales empezaron a decaer. Entre el 2012 y el 2019, el tiempo diario que un adolescente pasa con sus amigos cara a cara se redujo un 54%. Los vínculos se dan de manera superficial, perdiendo el tiempo de calidad y esto se profundizó con la pandemia.

Además, el psicólogo planteó que los creadores de las aplicaciones desarrollaron técnicas conductuales para “enganchar” a los chicos y lograr que permanezcan todo el tiempo posible. Esto genera dopamina, pero no produce sensación de satisfacción, sino que los hace desear más de aquello que produjo esa liberación.

Según los datos mencionados en el libro, las chicas usan más las redes sociales que los varones y suelen preferir aquellas plataformas “orientadas a los contenidos visuales centradas en la imagen, como Instagram y TikTok”.