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Cómo afecta el cambio climático cada rincón del país

Las temperaturas extremas se intensifican y son más frecuentes. Mientras que incrementadas precipitaciones intensas afectan algunas localidades, la sequía agrícola y ecológica condena a otras. No hay región del planeta exenta de los efectos del cambio climático inducido por el ser humano.

Las conclusiones del reporte sobre las bases físicas del cambio climático del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en Inglés), presentado en agosto del 2021, fueron contundentes. 

La inacción o acción insuficiente ante el cambio climático nos ha colocado en una situación de crisis en la que es imperativo actuar con ambición para alcanzar un escenario de efectos menos dramáticos. La realidad: hay efectos del cambio climático que ya están con nosotros, que ya se hacen sentir, que inciden en lo ambiental, lo social y lo económico. 

El impacto por regiones: consideraciones importantes

La imagen del oso polar sobre un diminuto hielo ha sido durante décadas el símbolo comunicacional de los efectos del cambio climático. Lejos de desmerecer ese impacto, a veces entre las cifras y las descripciones, nos olvidamos que detrás de cada impacto del cambio climático hay personas. 

Personas que se ven impactadas por la pérdida de objetos materiales, por afectaciones en su salud física y mental, por la pérdida de la vida de un ser querido, o incluso la propia. El análisis que sigue busca ofrecer un panorama de cómo el cambio climático ya está impactando e impactará cada región del país. En ese análisis, les pedimos que como lectores tengan en mente lo anterior. Detrás de cada impacto hay personas. 

Y una consideración adicional sobre esos impactos. El cambio climático exacerba, profundiza las vulnerabilidades ya existentes. Por lo que, aquellos grupos que ya vean sus necesidades básicas vulneradas, quedarán aún más expuestos ante los efectos del cambio climático.

Ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos Aires

Más olas de calor, más intensas. Cualquiera que viva en (como quien les escribe) o visite la ciudad de Buenos Aires reconocerá este hecho de inmediato. Las olas de calor son las protagonistas de los impactos presentes y las proyecciones futuras de la capital del país. 

Según el gobierno porteño, las olas de calor se han más que duplicado entre 2010 y 2018, respecto a las registradas en la década del ´90. Entre 1990 y 1999 se daba un promedio de siete eventos de olas de calor. Entre 2010 y 2018, ese valor ascendió a 16. Las olas de calor no aumentan en cantidad, también en duración: están siendo cada vez más prolongadas. 

Intervención: Julieta De la Cal

Las olas de calor, tanto en ciudad como en la provincia de Buenos Aires, implican dos grandes desafíos. Por un lado, en materia de infraestructura. A temperaturas más elevadas se necesita contar con más y mejores sistemas de refrigeración y, consecuentemente, de una eficiente red eléctrica que soporte el aumento en el consumo energético. Por otro lado, en materia de salud: las elevadas temperaturas afectan a los grupos más vulnerables, sea por ser niños o ancianos, y/o por no contar con necesidades básicas, como el acceso a agua segura para mantenerse hidratados. 

A su vez, las olas de calor se encuadran en un contexto en que no solo ha aumentado la temperatura media anual, sino que también lo han hecho la temperatura máxima media y la temperatura mínima media. ¿Qué significa esto? Que los días fríos son cada vez menos fríos. Y mi ropa de invierno, que espera ser usada, lo sabe.

¿Estará Buenos Aires yendo a ser subtropical, producto del cambio climático? Las proyecciones del reporte Noviembre Climático de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) demuestran que va en ese camino. Pues no solo se estima que habrá un aumento en la frecuencia e intensidad de las olas de calor, sino que también se proyecta que las precipitaciones continúen en aumento a lo largo del siglo. Esto tanto para el territorio de la ciudad como de la provincia.

La mayor cantidad de lluvias incrementa las posibilidades de inundaciones pluviales. El aumento en el nivel del Río de la Plata aumenta las posibilidades de inundaciones costeras. El riesgo será mayor en la cuenca baja de los ríos Matanza, Riachuelo, Reconquista y los arroyos del norte de la ciudad. Ello expone totalmente a las personas que viven en las zonas aledañas, especialmente en los asentamientos informales.

A esto se adiciona un impacto no menor para la región: el avance de vectores. Las temperaturas más cálidas y las condiciones más húmedas generan el escenario perfecto para la reproducción y permanencia de mosquitos. Ello incide directamente en un mayor riesgo a que aumenten los contagios de las enfermedades transmitidas por ellos, como el dengue

El Litoral y la Pampa húmeda

Esta región —que abarca territorio en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Misiones—muestra una de las particularidades de los impactos del cambio climático: puede incidir tanto en un exceso de agua como en la falta de ella.

Las lluvias más intensas —con el consecuente riesgo de inundaciones— y las sequías más frecuentes son las protagonistas de los impactos presentes y de proyecciones futuras para una región que vive del uso de la tierra. Ambos eventos intensificados por el cambio climático inciden negativamente en las actividades de producción agropecuaria y, por ende, generan pérdidas económicas para sus productores. 

El riesgo de inundaciones se debe especialmente a que, conforme explica el reporte Noviembre Climático de FARN, los cambios en el uso del suelo de la región han incrementado los caudales de los ríos de la cuenca del Plata, en un contexto de lluvias más intensas. 

Intervención: Julieta De la Cal

En esta región se presenta la paradoja de que el incremento de la temperatura y de las emisiones de CO2 incidiría favorablemente en algunos cultivos y perjudicaría a otros. Así se expone en la Tercera Comunicación Nacional de Cambio Climático, presentada por el Gobierno argentino en 2015: “Los rendimientos medios de soja y maíz aumentarían en forma considerable y moderada respectivamente, mientras que el cultivo de trigo sufriría leves reducciones con diferencias geográficas”. La pérdida de producción del trigo se sentiría más en Córdoba y Santa Fe. Buenos Aires y La Pampa se verían beneficiadas en su producción.

Respecto del trigo, cabe recordar que en octubre del 2020 Argentina se convirtió en el primer país del mundo en aprobar el trigo transgénico. Un desarrollo que, en promesas del CONICET, mejoraría la producción del cereal por ser resistente a una sequía que se intensifica con el cambio climático.

Los Andes patagónicos

Los Andes patagónicos constituyen la región dominada por el extremo sur de la cordillera de los Andes en Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. En ella, el incremento de la temperatura tiene un impacto directo sobre los glaciares, provocando el derretimiento y retroceso de las zonas cubiertas por hielo. 

Casi todos los glaciares de los Andes patagónicos entre los 37° y 55° S han estado retrocediendo durante las últimas décadas, conforme la Tercera Comunicación Nacional en Cambio Climático, presentada por el Gobierno nacional en 2015. Ello tiene incidencias posteriores en el ciclo del agua de la región. 

Intervención: Julieta De la Cal

Las elevadas temperaturas, en combinación con condiciones más secas, dan el escenario perfecto para que los incendios forestales se propaguen con más facilidad y sea más difícil su contención. Al respecto, cabe destacar que no es que el cambio climático produce, como en una situación de causa-efecto, los incendios. Sino que, independientemente de la causa de los incendios, el cambio climático incide en las variables de las que los incendios dependen, como la temperatura, la sequía y las precipitaciones.

La pérdida de los bosques nativos, con los incendios y otras variables en juego, puede provocar un desequilibrio ecológico en una región rica en especies endémicas.

La Estepa patagónica

La Estepa patagónica es la ecorregión que domina el terreno de la Patagonia en las provincias de Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz. La reducción de las precipitaciones y el incremento de las temperaturas llevaría, al igual que en el caso de los Andes patagónicos, a un escenario de mayor aridez.

Foto: AFP | Intervención: Julieta De la Cal

La Tercera Comunicación Nacional de Cambio Climático, presentada por el gobierno nacional en 2015, describe que ambos eventos tendrían un impacto en la vegetación de la región: “En el bosque habría cambios de estructura con mayor dominancia de especies más tolerantes a la desecación, por lo que sería esperable una retracción de especies, como el ciprés y la araucaria”. Ello tendría una consecuente afectación en distintas especies de aves. 

Cabe destacar que la Patagonia fue la región del país con mayor aumento de la temperatura durante el 2021. La región concluyó el año con un incremento de 1,1°C, cifra que superó el récord de 1998 cuando el aumento había sido de 0,77°C. 

La región Centro

La Región Central del país comprende las provincias de La Pampa, San Luis, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Chaco y Formosa. En ella se distinguen tres ecorregiones: la Selva de Yungas, el Chaco Seco y el Monte de Llanuras y Mesetas. Se trata de la región que tuvo el menor calentamiento en el período 1960-2010. La temperatura media anual apenas se incrementó en un 0,2 °C.

Esa característica, junto con un aumento de la precipitación media anual, ha generado las condiciones de humedad favorables para el avance de la frontera agrícola. ¿El problema? La expansión de actividades agropecuarias intensivas y de monocultivo ha generado impactos negativos. Por un lado, porque en muchos casos se hizo a expensas de deforestación de bosque y monte nativos. Solo con mencionar el caso de Chaco, provincia con mayor pérdida de bosques nativos entre 2016 y 2019. Por otro lado, porque reduce la capacidad de captura de carbono, incide en el ciclo del agua y aumenta el riesgo de inundaciones.

Foto: AFP | Intervención: Julieta De la Cal

Por esto, el mayor desafío para esta región está en cómo continuar con sus actividades productivas de uso del suelo de una forma que sean compatibles con el cuidado del ambiente y de la acción climática necesaria. Ello sumado a un aspecto normativo no menos importante que debe mejorarse. Desde su sanción —sin importar el partido político del gobierno de turno— la Ley de Bosques Nativos no ha contado nunca con el financiamiento que le corresponde por ley. Su correcta implementación por parte de todos los actores involucrados —a nivel nacional y provincial— es fundamental para garantizar la conservación de bosques que actúan como sumideros de carbono.

Cuyo

El agua, de principio a fin, es el protagonista de esta región que abarca las provincias de Mendoza y San Juan. 

Empecemos por las zonas cubiertas por hielo. Debido al aumento de la temperatura, estas zonas han disminuido notablemente. Sigamos, con ello, por la disminución de las precipitaciones. Ambos generan un escenario de estrés hídrico que incide negativamente en las economías regionales y provoca una competencia por el acceso y uso al agua. En las proyecciones futuras todo esto se vería complementado negativamente con una reducción en los caudales de los ríos, como el San Juan, el Mendoza y el Atuel.

Intervención: Julieta De la Cal

Al intensificarse estas condiciones conforme continúe el cambio en el clima con mayor o menor intensidad, actividades clave desde el punto de vista económico y turístico para la región, como la vitivinícola y la frutihortícola, verían afectado su acceso al agua para el riego y para su sostenimiento productivo.

Noroeste

Los escenarios futuros de calentamiento indican que la región Noroeste sería la que sufriría mayor calentamiento en el país. Ello significaría, por ejemplo, un aumento proyectado de 60 días de olas de calor por año, conforme la Tercera Comunicación Nacional de Cambio Climático de 2015.

Estas elevadas temperaturas podrían, según explica el informe Noviembre Climático de FARN, continuar acelerando la evaporación del agua y, consecuentemente, disminuyendo su disponibilidad en la región.

Foto: AFP | Intervención: Julieta De la Cal

Las temperaturas extremas y la escasez de agua profundizan la vulnerabilidad social ya existente en la región. Lo que supone desafíos en materia de políticas ambiciosas de adaptación a estos efectos ya presentes del cambio climático.

El litio requerido para la transición energética necesaria en la acción climática -por ejemplo para las baterías de vehículos eléctricos- ya despierta un debate sobre cómo se realizará la explotación minera de este mineral en las ricas reservas de las provincias del noroeste y sobre cómo se incluirá en ese debate -y en la toma de decisiones- a las voces de las comunidades locales que ya se han expresado en contra de la actividad./redaccion.com.ar

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