Las nuevas trabas a las importaciones vigentes desde fines de junio de 2022 en Argentina han impactado prácticamente sobre la totalidad de la economía local, afectando naturalmente también a industrias como la del software. Ante la compleja situación económica del país, el futuro de la industria del software en Argentina puede verse comprometido.
El sector ha mantenido un crecimiento constante a lo largo de los últimos años, alcanzando según los reportes del Observatorio Permanente de la Industria del Software y Servicios Informáticos (OPSSI – iniciativa de la CESSI) una facturación anual total de casi 4 mil millones de dólares.
Incluso, aún con la pandemia, surgieron necesidades tecnológicas propias para soportar los efectos del aislamiento y el trabajo remoto. Ya en forma posterior, continúa su camino de crecimiento pero con diferentes realidades en los grandes grupos que la conforman y la situación particular de cada uno de ellos.
Por un lado, las grandes empresas locales o multinacionales y aquellas que solamente producen actividades hacia el exterior que, haciendo uso del excelente nivel de profesionales locales, han venido ampliando su oferta de servicios o productos, valiéndose de los efectos de la diferencia cambiaria. Son los que más han crecido y, por ende, beneficiado.
En el otro extremo, con una realidad muy diferente, se encuentran aquellas empresas que mantienen actividades localmente o sólo para clientes locales (de cualquier talla), que son quienes padecen en alta medida los altos impactos inflacionarios tanto de parte de sus clientes (materializado en la dificultad de lograr ajustes consistentes en sus tarifas) como de los recursos que constituyen su base (demandando permanentes mejoras salariales y beneficios, que son muy complejos de sostener), reduciendo aún más sus márgenes ya de por sí erosionados. En el medio existe también una franja que, dependiendo su coyuntura, puede pendular hacia uno u otro
grupo.
¿Cuáles son las medidas económicas que ponen en riesgo al sector?
La estabilidad fiscal, cambiaria y económica son claves para cualquier desarrollo empresario. La numerosa cantidad de cambios, a método “prueba y error”, que se han venido dando no permiten establecer reglas claras de juego.
En su momento, la creación de retenciones a aquellas empresas exportadoras fue un factor que empañaba el crecimiento del sector a mercados externos, hoy lo son las restricciones en materia cambiaria que inhiben las posibilidades de efectuar pagos al exterior por los canales convencionales, sumado a los cambios que permanentemente se producen en la materia.
Estas nuevas trabas pueden llevar a la desaparición completa de negocios, operaciones y empresas existentes, sólo por el hecho de no enmarcarse en un plan adecuado de largo plazo de crecimiento y estabilidad económica.
Sumado a ello, están las medidas persistentes que impactan al sector; por ejemplo el impacto que tiene la falta de acuerdos para evitar la doble tributación en la expansión de negocios en el orden internacional, la dificultad para obtener financiamiento productivo sustentable para empresas de servicios, la alta carga y presión tributaria de nuestro país, entre otros factores.
El reciente bloqueo al acceso del mercado de cambios convencional para el pago de obligaciones operativas con el exterior llevará a muchas empresas a incumplir sus obligaciones con sus proveedores, a su posible desaparición, a la “desconexión” del país con los avances tecnológicos, a la imposibilidad de apalancar nuevas oportunidades de negocio con la inclusión de servicios locales, y en el “mejor” de los casos, al marcado encarecimiento de cualquier servicio, licenciamiento o producto que provenga del exterior.
Cómo impacta la enorme brecha entre los tipos de cambio existentes
Si la pandemia y el trabajo remoto abrieron nuevas oportunidades profesionales, la enorme brecha entre los tipos de cambio existentes genera además una competencia interna altamente negativa en el mercado laboral del cual se nutre el sector, donde los profesionales pugnan por desarrollar actividades en forma directa con el exterior, generando así una economía “gris” donde todo el ecosistema resulta perjudicado. Y esto, junto con los anteriores aspectos negativos, vuelve al punto inicial, respecto de la falta de un plan macroeconómico que permita clarificar y establecer reglas a largo plazo, que asimismo potenciaría la inversión en este y en muchos otros sectores.
Aún así, la expectativa hacia futuro siempre es positiva, ya que el crecimiento tecnológico no espera a un país y menos a una empresa. El tema es no perder las oportunidades que el mundo plantea, o no generar más trabas que las que la propia economía globalizada impone. En ese devenir, nuestra empresa con sus 40 años de trayectoria, está claramente preparada para llevar adelante y hacer frente a los nuevos desafíos que se traducen en la necesidad de las empresas de acelerar sus procesos de transformación en base a tecnología digital. Si las condiciones que se recreen a nivel gubernamental dejan de ser adversas, el crecimiento continuará siendo un factor natural.