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Dos «megamamíferos» que habitaron la actual Argentina hace 10 millones de años

“Las huellas que estudio son una foto de cómo era todo: los animales y cómo era la fauna autóctona cuando Sudamérica era una isla desconectada de América del Norte. Las huellas tienen su propio romanticismo”. La que habla es Rocío Vera, joven becaria doctoral en ciencias geológicas, paleontóloga, dibujante y tatuadora. Acaba de publicar su primer paper, donde detalla la vida de dos tipos de mamíferos extintos que habitaron la actual La Rioja hace diez millones de años.

Nadie había revelado las cualidades de estos animales como Vera y su directora de tesis, la investigadora del Conicet Verónica Krapovickas -también joven científica-, con quien Vera se viene zambullendo en el yacimiento riojano de la localidad de Vinchina.

Juntas, trabajan en el Laboratorio de Paleontología de Vertebrados del Instituto de Estudios Andinos “Don Pablo Groeber” (IDEAN-Conicet), Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

Y juntas sacaron un paper en septiembre, en la revista especializada “Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology” (“nosotros le decimos las 3P”, dijo Vera entre risas), que se titula “Paleobiología y paleoecología de ungulados del Mioceno de Sudamérica a partir de un análisis icnológico”.Rocío Vera es paleontóloga y estudia huellas de mamíferos de diez millones de años en La Rioja.Rocío Vera es paleontóloga y estudia huellas de mamíferos de diez millones de años en La Rioja.

Ni ahora ni en la época de los dinosaurios

El título del paper tiene varios términos que requieren aclaración. La palabra “ungulados” alude al nombre técnico de los mamíferos con pezuña, el caso de las dos especies que estudiaron estas paleontólogas.

Mioceno” es el nombre de la etapa en la que vivieron estos individuos, hace nada menos (ni nada más) que 10 millones de años.Ahora es una pared, pero antes de plegarse el terreno, era la superficie por la que caminaron macrauquénidos y toxodóntidos, dos mamíferos ya extintos.Ahora es una pared, pero antes de plegarse el terreno, era la superficie por la que caminaron macrauquénidos y toxodóntidos, dos mamíferos ya extintos.

Todo dentro de la era Cenozoica, que todavía transitamos hoy. Por cierto (y ante la duda), los dinosaurios vivieron hace 100 millones de años y fue en la era anterior, la Mesozoica, que terminó hace 66 millones de años.

Por último, la expresión “análisis icnológico” refiere al estudio de las huellas, un temita para los inexpertos que (como esta cronista) seguramente crean que toda la prehistoria pasa por los restos fósiles.

«Las huellas también tienen su romanticismo», insistió Vera, antes de explicar que por las condiciones climáticas y de conservación de este yacimiento, no hay huesos, pero sí huellas. «Otras veces es al revés. Es raro que se den las dos cosas al mismo tiempo», explicó.

Las huellas les permitieron a Vera reconstruir, a través de dibujos (uno de sus hobbies, tatuajes incluidos), el aspecto que podrían haber tenido los animales en cuestión. 

Cómo son los mamíferos que habitaron La Rioja

El foco de su trabajo son las huellas de dos mamíferos ya extintos, cuya expansión fue exitosa (dijo) y se puede perseguir a lo largo y ancho de América del Sur: “Pero Sudamérica entonces era una gran isla rodeada de océano, tal como es Australia ahora”.A la izquierda, huellas de macrauquénidos en lo que era la orilla de un río. A la derecha, reconstrucción 3D con un mapa de profundidad con huellas de toxodóntidos en el margen de un antiguo lago.A la izquierda, huellas de macrauquénidos en lo que era la orilla de un río. A la derecha, reconstrucción 3D con un mapa de profundidad con huellas de toxodóntidos en el margen de un antiguo lago.

Admitamos que los mamíferos en cuestión no podrían tener rótulos menos marketineros.

Los primeros, parecidos al tradicional guanaco (“robustos, de cuello y extremidades alargadas”, explicó Vera) se llaman macrauquénidos. Los segundos, con una suerte de cara de chancho, aspecto de rinoceronte -pero para algunos talla de tapir-, se llaman toxodóntidos basales.

De ambos, dedujeron las investigadoras en base a más de 70 huellas relevadas (si bien, subrayó Vera, “en Vinchina hay cientos y cientos de huellas, incluso de otras muchas especies”) existieron “ejemplares de tamaño muy disímil”.A la derecha, la paleontológa investigadora del Conicet Verónica Krapovickas. A la izquierda, su becaria de doctorado, Rocío Vera. Foto gentileza: Laura Taddei Salinas.A la derecha, la paleontológa investigadora del Conicet Verónica Krapovickas. A la izquierda, su becaria de doctorado, Rocío Vera. Foto gentileza: Laura Taddei Salinas.

“Hubo algunos de menos de 100 kilos pero, también, de hasta 400 kilos, en el caso de los macrauquénidos, y de 400 a 600 kilos, en el caso de los toxodóntidos”.

Una talla lo suficientemente grande como para hablar de «megamamíferos”, dijo Vera.

Fauna autóctona prehistórica

Según la paleontóloga, las huellas y variados estratos del terreno estudiado no solo les permitieron entender el aspecto, movimientos y hábitos de estos mamíferos.

Además, Vinchina es uno de los pocos sitios que da testimonio de cómo era la fauna autóctona sudamericana, “que entonces era única, tal como es hoy mucha de la fauna que se puede ver en Australia”.

Una etapa en la que Sudamérica estaba todavía “completamente desconectada de América del Norte”, pero justo antes de que el continente empezara el lento tránsito hacia la unión que caracteriza al continente americano hoy.

Entonces, aclaró, se dio una fusión: “Mucha de la fauna del sur se mueve hacia el norte, y viceversa, por lo que el escenario cambia por completo. Vinchina nos permite ver la foto anterior a ese momento”.

Mamíferos en un mundo idílico

En un dibujo de autoría propia que Vera plasmó en el paper mencionado arriba (lo que en paleontología se llama “paleoarte”), se puede observar un espacio bucólico.

“Es un sistema árido, pero está atravesado por sistemas fluviales, ríos de distinto tipo, algunos sinuosos. A lo largo del tiempo, vemos que los sistemas fluviales fueron cambiando, algo que notamos por la pendiente y los distintos estratos, de hasta 6.000 metros de altura”, comentó.Rocío Vera, paleontóloga, estudiando huellas de mamíferos con pezuña en el yacimiento Vinchina, La Rioja.Rocío Vera, paleontóloga, estudiando huellas de mamíferos con pezuña en el yacimiento Vinchina, La Rioja.

Otra característica del lugar son las montañas, todavía en ese momento, bajas: “Es importante destacar que hace 10 millones de años la Cordillera recién se estaba formando. No era como la conocemos hoy”.

Vale la pena recordar la explicación: “Argentina está sobre la placa tectónica sudamericana, que al chocar contra la placa sobre la que se asienta Chile, generó que la corteza se plegara y subiera”.

Por eso, muchas de las huellas están impresas en verdaderas paredes. Se deduce que hace 10 millones de años era planos horizontales o, a lo sumo, inclinados, pero “el choque hizo que los estratos de las montañas se inclinaran, subieran y afloraran por la compresión”.

Huellas prehistóricas junto a ríos sinuosos

“Observamos que en la desembocadura de los ríos hubo restos de lagunas. Eran lagunas efímeras y la presencia de flamencos es un indicador de eso”, contó Vera, y comparó: “Quien mire una foto de Laguna Brava, en La Rioja, se hará una idea de cómo podía ser Vinchina”.

Sin dudas, las huellas le hablan a Vera. Es una buscadora infatigable. “Estamos rearmando un gran paisaje, una gran foto”, describió.Reserva Laguna Brava, en La Rioja. Foto La Rioja Turismo.Reserva Laguna Brava, en La Rioja

Lo hacía de chica, en los años en que sus padres la llevaron a vivir a Neuquén. Y lo hace ahora, a a sus 32 años, con el pelo de estridente rosa y el entusiasmo intacto.

En su voz se percibe la energía de quien atraviesa un buen momento cuando por años no fue fácil.

O por una situación familiar “difícil”, o por el dinero que no sobraba para estudiar, o por las sacrificadas tres horas de Merlo a Ciudad Universitaria (“tres horas de ida, y después, tres horas de vuelta”) para cursar, todos los días, Paleontología.

Le quedan dos años de doctorado. Quiere ser investigadora y quedarse en la Argentina. Dejó de lado el entusiasmo por los dinosaurios por ser “un nicho muy ocupado”.

Avanzó varias decenas de millones de años y saltó a las huellas de mamíferos, un tema que la entusiasma en igual medida y que, comparativamente, estaba vacante: “Buscaba asegurarme un puesto laboral. Nunca tuve una buena posición económica. Precisaba una oportunidad. Algo que me permitiera seguir el camino de la investigación».

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