En la audiencia por el juicio que se le sigue al ex gobernador José Alperovich, un perito afirmó que la denunciante “tenía todos los indicadores” de aquellas personas que sufrieron el tipo de agresiones que ella denuncia que sufrió. O sea, le dio certeza a la denuncia en contra del otrora todo poderoso, hoy devenido en un personaje sórdido y miserable para la opinión pública.
Alperovich, debemos recordar, cuándo quiso certificar la magnitud de su celebridad política y fue candidato a gobernador sin la estructura ni el acceso a los dineros públicos tuvo una escasa y deficiente performance. En ese momento comenzó a entender que la sociedad no lo juzgaba como un personaje confiable. Cuando se conoció el resultado la noche del acto eleccionario decidió «desaparecer» abandonando las carpas armadas para el triunfo, que solo existía en su imaginario, dejando el costoso catering sin comensales.
Cuando Alperovich lo escuchó al perito se mostró tranquilo, fumando ininterrumpidamente, como quien espera subir a la hora señalada al patíbulo de la deshonra.
A su turno la licenciada Mónica Herrán afirmó convincente al referirse a la víctima que “ella no tuvo la posibilidad de defenderse ni de reaccionar”. La profesional mantuvo entrevistas con la denunciante. Y agregó que ella “tenía mucho miedo de lo que podía pasar” si llegaba a hacer la denuncia.
Ante las preguntas Herrán respondió en una oportunidad que “las verbalizaciones de la víctima son coherentes con la denuncia, por otro lado están los indicadores típicos”.
A su turno el perito Eduardo Espector, contratado por los billetes manchados de Alperovich dijo al tribunal que cuanto lo entrevistó a su cliente “tenía una ansiedad moderada y una depresión leve”. “No registré indicadores de una persona que necesitara someter a las demás”, afirmó, al tiempo que aseguró que no existía “un perfil de un abusador sexual” finalizó.
