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Cómo el ejercicio ayuda a vivir más y mejor, según Harvard

Que el ejercicio es bueno para la salud es una máxima ampliamente difundida. Muchas personas incluso pueden responder acerca de cómo mantenerse activos favorece la salud muscular, ósea y del organismo en general. Pero el mecanismo por el cual mantenerse la actividad física ayuda a vivir más es un aspecto menos conocido.

En eso y en cómo y por qué los seres humanos incorporaron la actividad física a sus rutinas se concentró un estudio realizado por biólogos evolutivos e investigadores biomédicos de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.

El estereotipo que muestra adultos mayores pasando las horas reposando en sus mecedoras no solo está alejado de la realidad, sino que dista de lo deseable, según la evidencia reunida en el trabajo publicado en la revista PNAS, que muestra que los humanos, que evolucionaron para vivir muchas décadas después de dejar de reproducirse, también evolucionaron para ser relativamente activos en sus últimos años.

Los humanos evolucionaron para vivir varias décadas después de dejar de reproducirse. Foto Shutterstock.

Los humanos evolucionaron para vivir varias décadas después de dejar de reproducirse. Foto Shutterstock.

La hipótesis de los «abuelos» activos

El ejercicio físico en la edad adulta sería algo así como una estrategia win-win (ganar-ganar). Es que los autores del artículo explican que la práctica de ejercicio desvía la energía de los procesos que pueden comprometer la salud hacia los mecanismos del cuerpo que la propician.

Su hipótesis es que los seres humanos evolucionaron para continuar siendo físicamente activos a medida que envejecen. Al hacerlo, asignan energía a los procesos fisiológicos que enlentecen el deterioro gradual del cuerpo a lo largo de los años, lo que protege contra enfermedades crónicas como enfermedades cardiovascularesdiabetes tipo 2 e incluso algunos cánceres.

«Es una idea generalizada en las sociedades occidentales que, a medida que envejecemos, es normal reducir la velocidad, hacer menos y jubilarse», afirmó el biólogo evolutivo de Harvard  Daniel Lieberman, autor principal del artículo. «Nuestro mensaje es al revés: a medida que envejecemos, se vuelve aún más importante mantenerse físicamente activo».

El equipo de investigación, que incluye a Aaron Baggish y a I-Min Lee, ambos de la Escuela de Medicina de Harvard, sostiene que el artículo que escribieron es la primera explicación evolutiva detallada de por qué la falta de actividad física a medida que los seres humanos envejecen aumenta el riesgo de enfermedades y reduce la longevidad.

El ejercicio, clave en todas las etapas de la vida. Foto Shutterstock.

El ejercicio, clave en todas las etapas de la vida. Foto Shutterstock.

La comparación con los simios

El estudio utiliza a los primos simios de los humanos como punto de partida.

Los investigadores señalan que los simios, que generalmente viven entre 35 y 40 años en la naturaleza (las hembras rara vez sobreviven después de la menopausia), son considerablemente menos activos que la mayoría de los humanos, lo que sugiere que hubo selección en la evolución humana no solo para vivir más tiempo, sino también para ser más activos físicamente.

Sobre eso, Lieberman bromea al decir que los humanos «evolucionamos básicamente a partir de adictos a la televisión». Es que durante dos trabajos de observación de chimpancés salvajes en Tanzania quedó sorprendido sobre la cantidad de días que pasan «sentados, digiriendo».

Esa es una de las principales diferencias que los separan de los cazadores-recolectores contemporáneos, que promedian alrededor de 135 minutos al día de actividad física de moderada a vigorosa.

Ese nivel de movimiento (alrededor de seis a diez veces más que un estadounidense promedio), puede ser una de las claves de por qué los cazadores-recolectores actuales que sobreviven a la infancia tienden a vivir alrededor de siete décadas, aproximadamente 20 años después de la edad en la que los humanos generalmente dejan de tener hijos.

La evidencia fósil indica que estos períodos de vida extendidos eran comunes hace 40.000 años, lo que da por tierra con la creencia de que los períodos de vida humanos hasta hace poco eran cortos.

El sedentarismo es factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas. Foto Shutterstock.

El sedentarismo es factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas. Foto Shutterstock.

Menos grasa y más reparación

El equipo enfatizó que el beneficio clave para la salud de la actividad física es extender la esperanza de vida humana, que se define como los años de vida que se pasan con buena salud.

Los investigadores examinaron dos vías por las cuales la actividad física de por vida reasigna energía para mejorar la salud. El primero implica eliminar el exceso de energía de los mecanismos potencialmente dañinos, como el exceso de almacenamiento de grasa. Y el segundo se relaciona con que la actividad física asigna energía a los procesos de reparación y mantenimiento.

El documento muestra que además de quemar calorías, la actividad física es fisiológicamente estresante y causa daños al cuerpo a nivel molecular, celular y tisular. ¿Cómo responde el cuerpo a ese daño? Con una reconstrucción más fuerte.

Esto incluye reparar desgarros en las fibras musculares, daños del cartílago y curar las microfracturas. La respuesta también provoca la liberación de antioxidantes y antinflamatorios relacionados con el ejercicio y mejora el flujo sanguíneo.

En ausencia de actividad física, estas respuestas se activan menos. Se ha demostrado que los procesos de reparación celular y del ADN reducen el riesgo de diabetes, obesidad, cáncer, osteoporosis, Alzheimer y depresión.

Una elección necesaria

«El mensaje clave para llevarnos a casa es que debido a que evolucionamos para ser activos a lo largo de nuestras vidas, nuestros cuerpos necesitan actividad física para envejecer bien. En el pasado, la actividad física diaria era necesaria para sobrevivir, pero hoy tenemos que elegir hacer ejercicio, es decir, hacer actividad física voluntaria por el bien de la salud y el estado físico», explicó Lieberman.

El deseo que persigue el equipo de investigación, según manifestaron, es que este estudio haga que el mensaje sobre la importancia de la actividad física sea más difícil de ignorar.

Los niveles de actividad física fueron disminuyendo en todo el mundo a medida que la tecnología y los medios de transporte empezaron a reemplazar el trabajo humano. Un estudio reciente del laboratorio de Lieberman mostró que los estadounidenses realizan menos actividad física que hace 200 años.

¿Cuál es el consejo de los investigadores? Simple: levántese de la silla y póngase en movimiento.

«La clave es tratar de hacerlo agradable para que pueda seguir haciéndolo», aconsejó Lieberman. «La buena noticia es que no es necesario ser tan activo como un cazador-recolector. Incluso pequeñas cantidades de actividad física, reducen sustancialmente el riesgo de mortalidad», concluyó./ clairn.com

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